El mal de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que provoca alteraciones en el control y coordinación corporal, su manifestación exterior más común son los movimientos involuntarios, los temblores que no se pueden controlar y la rigidez muscular.

Esta condición, que trastorna la vida de millones de personas en el mundo, es la enfermedad neurodegenerativa más extendida después del Alzheimer.

Fue precisamente James Parkinson el neurólogo británico que en 1817 comenzó a estudiar los síntomas de lo que denominó parálisis agitante y que ahora lleva su nombre, de ahí que el Día Mundial del Parkinson se celebra el 11 de abril, en conmemoración del natalicio de este científico.

Parkinson Europe, la asociación que agrupa a los estudiosos de esta enfermedad, ha propuesto como tema para 2024 #SummerOfSport o Verano de Deporte, con lo que busca crear conciencia de que la actividad física ayuda a los pacientes a controlar sus síntomas, a integrarse a su entorno y generar confianza.

No es una enfermedad fácil de sobrellevar, las condiciones físicas de las personas que la padecen sufren un progresivo deterioro que casi siempre es irreversible, aunque se puede controlar con una medicación adecuada, que no siempre está al alcance de todos y la mayoría de los seguros médicos no cubre totalmente.

Por lo general, afecta a personas mayores de sesenta años, debido a que en esa edad disminuye o cesa la producción de dopamina, una sustancia que regula el movimiento corporal, luego la enfermedad se extiende a todo el cuerpo y hasta genera dificultades para hablar.

Aunque hay muchos estudios sobre el Parkinson, poco es lo que se ha avanzado en la elaboración de medicamentos que puedan detenerlo, por lo complejo y difícil que es para la ciencia el estudio del cerebro humano.

Al tratarse de una enfermedad irreversible, los enfermos de Parkinson desarrollan en casi todos los casos una depresión que puede llegar a ser severa si no se atiende adecuadamente. Muchos de ellos tienen problemas ambulatorios, les cuesta hablar y hasta alimentarse, por lo que se debe empezar por brindarles comprensión.

Las personas que lo padecen necesitan que se les provea de las medicinas adecuadas, pero también del apoyo de sus familiares y de su entorno inmediato.

De ahí que animarlos a realizar actividades físicas y seguir sus tratamientos sirve no solo para crear conciencia, sino también para mitigar al menos temporalmente este trastorno de salud.

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