El momento de decir adiós al juego que lo vio nacer, que lo enseñó a ser un hombre de la patria y que lo ayudó a sobresalir del poblado de Baní, ha llegado para un Miguel Tejada orgulloso de lo que ha sembrado.“Ya yo acabé como jugador. Si yo hubiese querido regresar, pues hubiese pedido la oportunidad de jugar en la serie final, pero no, ya yo terminé”, expresó Miguel Tejada a elCaribe. “Es tiempo de decir adiós”, dijo el llamado ‘Pelotero de la patria’, ese mismo que amenazó con el récord de partidos jugados de Carl Ripken Jr., que jugó en la pelota invernal de béisbol acabando de recibir el galardón de Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2002, y que recibió un último adiós de su fanaticada en Santiago y Santo Domingo durante el pasado Round Robin.
Como dice la canción y sin pensarlo dos veces, Tejada dijo ¡basta, no más!… En el fondo sabía que todavía podía seguir, pero era el momento oportuno para marcharse. “Creo que fui el único pelotero que jugó en el tiempo que no tenía que jugar. Yo jugué lo suficiente. No creo que me quede un turno por coger, cogí los turnos que cogí y me siento orgulloso de finalizar ahí”, enfatizó Tejada, quien acciono durante 16 temporadas en Grandes Ligas.
Trató de entregarlo todo en el terreno de juego y aun cuando sus estadísticas reflejaban cierto descenso en las últimas campañas, cada vez que el derecho estaba en la caja de bateo, generaba gran respeto por su trayectoria en el juego.
“No me faltó nada. Logré todo lo que necesitaba para jugar”, manifestó el carismático Miguel, quien finalizó con promedio de .287, 307 jonrones y 1,302 impulsadas en 2,171 partidos en las Mayores. Pero ese Miguel, que ahora se uniforma con las Águilas para enseñarles a los más jóvenes sobre el juego dentro y fuera del terreno, también reconoce sus fallos.
“Soy un ser humano, tengo derecho a cometer errores. Los errores que tuve en mi carrera, si no hubiese ocurrido eso, mi carrera hubiese sido intachable”, resaltó. Entre sonrisas y nostalgia, uno de los iconos del béisbol criollo se lleva a su casa gratos recuerdos de una carrera con altas y bajas durante 16 años en Grandes Ligas. Tampoco olvida lo que significó para él representar a su nación, asistiendo a diez Serie del Caribe con el uniforme de las Águilas, Licey y Escogido, además de estar en tres ediciones del Clásico Mundial de Béisbol.
Ayuda a su hijo y a otros en el terreno de juego
Ahora, a sus 42 años, está comprometido con el desarrollo de las Águilas, además de guiar los pasos de su hijo, que será elegible para el denominado Julio 2 del 2018. “Mi mente está pensando en cómo ayudar a los muchachos en el terreno de juego. Ayudar a mi hijo y a otros más. Mi objetivo es que mi hijo me supere a mí”, agregó. Como buen hijo de las Águilas también espera contribuir ahora como coach a la conquista de la corona número 21.