Todos los países que compartimos fronteras y los que no, debemos tener claro cuáles son las políticas migratorias que aplicamos a otros países de menor desarrollo, porque de lo contrario permitir un flujo de inmigrantes sin control, terminará por afectar nuestro desarrollo y estabilidad económica.
El primero en tener políticas migratorias muy claras es nuestro hermano del norte, es como debe ser y así también las tenemos e implantamos nosotros.
Todos los que viajamos con frecuencia hemos visitado en una o más oportunidades el famoso “cuartico”.
Se encuentran oficiales atentos, aburridos, amargados, unos que preguntan mucho, otros que no preguntan nada. En mi caso utilizo sillas de ruedas para desplazarme en los aeropuertos, en una oportunidad a pesar de cargar visiblemente las muletas, el oficial molesto me pregunto porque usaba la silla de ruedas, di mis explicaciones, pero no satisfecho me obligo levantarme el pantalón para ver el aparato ortopédico que uso para poder caminar.
Podía perfectamente pensar que era una discriminación, pero tan pronto salí de migración me olvidé de eso porque estaba feliz que iba a ver a Mickey Mouse en Disney. Miami es mi segundo hogar y ahora lo aprecio mucho más después de la victoria de Rubio y Desantis.
Mis amigos de Twitter me consideran un derechista, lo que no soy, pero me etiquetan así porque a ultranza admiro a los Estados Unidos, tengo muchos amigos, hago negocios y como le dije una vez a mi gran amigo el embajador Brewster de broma “si me quitas la visa entro con mi pasaporte italiano”.
Unas declaraciones y un almuerzo han estado en el ojo de la tormenta. Soy miembro de la Cámara Americana de Comercio hace muchos años, he sido charlista como dirigente empresarial y como funcionario del gobierno, admiro y respeto su trabajo.
Desde muy joven viví con mucha pena lo que es la segregación, el racismo y la xenofobia. No la conocí en mi país, fue en un estado de Georgia al hospital que iba donde por primera vez leí letreros que decían “prohibida la entrada de negros y perros”.
Tenemos problemas con la inmensa migración de países vecinos. No son solo los haitianos, también son de otras nacionalidades. Nuestro problema con Haití no es por el color, no somos caucásicos, es lo que representa la carga que ya asumimos, mucho más que veinte y ocho millones de dólares.
Las repatriaciones son dolorosas, pero todos las hacemos, por suerte no hemos llegado al punto de, a caballo, repatriar ilegales como si fueran reses.
Hoy como en los años sesenta, cuando desde la cama de un hospital en Warm Springs Georgia fui testigo de cómo se maltrataban los afroamericanos, como no podían ir en autobuses con los blancos o a las universidades y escuelas. Con horror vi por televisión como asesinaron a Bobby Kennedy y a Martin Luther King, desgraciadamente eso continúa, Rodney King simboliza el maltrato a los afroamericanos latinos y asiáticos, algo que no sucede aquí.
Como Adriano Espaillat todos esperamos una explicación de un innecesario e injusto comunicado, que sin dudas no puede asumirse como algo personal porque todo el que ocupa posiciones tiene que tener claro que son efímeras, las relaciones sí son de largo plazo.
Haití está ausente en las páginas de un discurso que representa un problema para las grandes naciones, no han sabido o no han querido buscar una solución, que definitivamente no está en lado este de la isla. Pandillas armadas, disolución social, magnicidio, empresariado a diferencia del nuestro que no es perfecto, es socio de las pandillas o simplemente decidió emigrar.
Lo que sí estoy seguro de que la directiva de la Cámara debió sentirse incomoda cuando el escenario se usó para criticar a un socio muy apreciado, el escenario era para hablar como se hizo de los avances en el combate contra la corrupción y en compras y contrataciones para evitar que los recursos del Estado se despilfarren y no podamos hacer frente a lo que está significando económicamente para nuestro país la guerra de Rusia contra Ucrania.
Nuestra relación con nuestro hermano mayor es como la de todas las familias, altas y bajas, pero el balance siempre es y será de armonía. No queremos ser parte de un nuevo orden que propugnan países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Brasil, Perú.
No podemos permitir que eso suceda aquí, fruto de un mundo dividido, donde las elecciones se ganan con márgenes muy estrechos llegando al extremo de no querer aceptar el resultado de estas. Virus que afecta no solo a nuestras naciones, ha infectado también a nuestro hermano mayor.
Somos un país de inmigrantes, en mi caso mis abuelos llegaron con una maleta que más que ropa eran sueños lo que contenían. No estamos contra Haití, por su color que no es muy diferente al nuestro, cargamos con sus padecimientos, pero al igual que Estados Unidos tenemos un límite que podemos soportar. La crisis de Haití se generó hace muchos años un impuesto para pagar su libertad, una intervención de sus aduanas no les permitió crecer. No fue República Dominicana la que intervino sus finanzas.
Cuando escribía este artículo se celebra el día de Acción de Gracias, aprovechemos para lo que es una diferencia, se convierta en mecanismo para lograr mejorar nuestras relaciones, pero que nunca el peso del tamaño de nuestro socio pueda variar lo que entendemos es mejor para nuestro país.
El respeto entre las relaciones es el mejor camino para el crecimiento, debemos buscar mejorar las condiciones del oeste de la isla, pero nunca pensar que es en base a que el este cargue más de lo que ya aporta.
¡Feliz día de Acción de Gracias!