Los prohombres, con su positiva praxis-trayectoria conocida en todas las etapas vividas en el planeta Tierra, se ganaron un singular espacio… espacio que ha sido altamente valorado. ¡Es el lugar donde están encasillados los inmortales de la historia política de todo el orbe!

Nelson Mandela – ¿y quién se atreve a negarlo?- debe ocupar (en un Top-5) tal vez el primero o segundo puesto entre ese selecto grupo de íconos y míticos miembros del universo humano.

Aunque su historia la conozco bastante, por haber leído su biografía y orientarme -por las informaciones publicadas en los medios noticiosos-, me motivó a escribir el presente artículo al leer una excelente crónica publicada en el periódico Diario Libre con la rúbrica de la veterana periodista Alicia Estévez, quien relata inéditos detalles aportados por Ndaba Mandela, nieto de Nelson Mandela.

Mandela, tras purgar 27 largos años de dura e inhumana prisión, encontró (en 1990) su libertad… tres años después de ser excarcelado recibió el Premio Nobel de la Paz.

Pero el hecho más trascendental en la existencia de este gran hombre sudafricano, que libró una tenaz -y prolongada- lucha contra el nunca olvidado y odioso apartheid (segregación racial) fue el haber llegado a la presidencia de Sudáfrica (período 1994-1998).

Anotar que Ndaba Mandela, como nieto de Nelson Mandela, es noticia. Es decir, todo lo que exponga Ndaba llama la atención del público.

En la entrevista con la colega Alicia Estévez, declaró: “Esta parte el mundo, digamos, es sumamente pacífica y eso es bueno, pero aun así, tiene pobreza, violencia, cierto tipo de discriminación e incluso a veces esos mismos problemas que se tienen aquí, aun estando en paz, son problemas que se comparten en todo el mundo”.

El pueblo sudafricano, a la salida del poder de Nelson Mandela, tuvo una alta valoración de su gobierno.
Sin embargo, Mandela no optó por la reelección. ¡Cuatro años de un progresista gobierno y para su casa!
Tras treinta años de salir del poder, con una asombrosa popularidad y haber dejado a Sudáfrica como un país tranquilo, en sana paz y prácticamente erradicada la discriminación racial, ¿podemos parangonar a Nelson Mandela con los dirigentes políticos de estos tiempos respecto al diseño de regímenes que trabajen en favor de las grandes mayorías, con prácticos programas sociales, educativos y económicos; que vayan directos a erradicar los peores males que abaten a los pueblos?

Respuesta: en la actualidad de la democracia -que impera en casi todo el globo terráqueo-, no existe un jefe de Estado con la praxis y la nobleza que normaron a Nelson Mandela.

¿Alguien tiene una respuesta contraria?

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