Cruz Roja Internacional tendrá una delegación en Haití a partir de enero FOTO: FUENTE EXTERNA
Cruz Roja Internacional tendrá una delegación en Haití a partir de enero FOTO: FUENTE EXTERNA

La organización de la Cruz Roja tiene su origen en un libro que publicó el banquero suizo Henry Dunant, tiempo después de haber estado en el campo de batalla de Solferino, norte de Italia, en 1859, donde atendió junto a un grupo de mujeres a miles de heridos abandonados a su suerte. En honor al nacimiento de Dunant, el 8 de mayo, se celebra el Día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, que se ocupa del mundo musulmán.

Es la red de asistencia humanitaria más grande del mundo, con empleados y voluntarios que ayudan a personas enfermas o heridas en conflictos, a habitantes de sectores marginales, tiene sus propios bancos de sangre y se interesa por los presos políticos en países con gobiernos dictatoriales.

Sin embargo, en estos tiempos globalizados hay situaciones de hecho que atentan contra el derecho internacional, fundamento del trabajo de este organismo, lo que actualmente estamos viendo particularmente en la guerra de Ucrania y en los ataques del ejército de Israel a la Franja de Gaza.

Aunque la Cruz Roja siempre ha enfrentado rechazos y críticas de los gobiernos acusados de violar derechos humanos, en estos meses también ha estado perdiendo influencia, fondos y hasta personal.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que ignoró intencionalmente a la Cruz Roja en la organización del envío de medicamentos a la Franja de Gaza para rehenes israelíes retenidos por Hamás.
A eso se suma la presión a Ucrania, con la acusación de no haber hecho lo suficiente por los niños ucranianos que fueron llevados a Rusia durante el enfrentamiento bélico.

Recientemente, el propio secretario general de la ONU, António Guterres, ha alertado que la humanidad está “al borde de una pérdida absoluta de fe en las normas y en los estándares globales”, lo que significa que el poco respeto por el derecho a la vida que se podía esperar de los poderosos está desapareciendo.

No debiera permitirse que la Cruz Roja sea ignorada ni mucho menos presionada por ningún gobierno.

Todavía es la última esperanza para muchos desplazados, víctimas de bombardeos, refugiados y prisioneros, menesterosos y enfermos en el mundo.

Todos los países debieran condenar que se pongan trabas a su altísima misión humanitaria y tendrían que exigir que se le permita desarrollar su trabajo sin presiones, sin injerencias de ninguna clase.

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