El primer sábado de mayo con pronóstico de lluvia se presta para un tema poco común: el eunuco social. Se sabe que el eunuco es un varón castrado incapaz físicamente de procrear, condición que se supone acepta sin mayores problemas. Pero existe, según monseñor Francisco José Arnaiz (Ver La madurez de los pueblos exige tiempo), el eunuco social, que sacude emocionalmente su irreversible inferioridad contra los que tienen descendencia. El concepto lo acuñó para personas que ante su incapacidad para aportar algo positivo abominan del éxito ajeno y no contribuyen al progreso social. “Su presencia y acción malhumoran, deprimen, retardan y a veces paralizan. Hacen gastar en ellos –pésima inversión- tiempo y energías, que serían valiosísimas en inversiones positivas de ideales, empeños y proyectos magníficos”.

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