El entrenador de baloncesto y su familia se involucran en mejorar la vida de los niños y jóvenes guayacaneros

Era un domingo soleado cuando me encontré paseando por la segunda plaza de vendedores en la playa de Guayacanes, un rincón encantador de San Pedro de Macorís donde el azul del mar se mezcla con la calidez de su gente.

En este ambiente relajado, me senté frente a un negocio de comida llamado Coby Mariscos, donde un hombre alto con un traje de baloncesto atendía a los comensales. Allí conocí a Rafael Orlando de la Cruz, conocido como “El Coby”.

A sus 44 años, ha dedicado su vida al baloncesto, desde que su madre lo impulsó a participar en las pequeñas ligas. Gracias al apoyo de su mentor Juanito Taylor, Rafael no solo perfeccionó su técnica sino que también formó parte de la selección de Guayacanes, y llevó el nombre de su comunidad y de San Pedro de Macorís a nivel nacional.

Su inspiración para enseñar a los niños el baloncesto nació de su primo hermano Oscar Andrés Casado, conocido cariñosamente como “Popeye”, quien se dedicaba a entrenar a los jóvenes de la comunidad hasta que un trágico accidente de tránsito puso fin a su vida. Tras esta pérdida, Juanito Taylor alentó a Rafael a continuar con su legado. “Al principio dudé, pero cuando los niños vinieron a mi casa pidiendo sus prácticas, entendí que debía asumir el reto”, recuerda.

Con el respaldo de las madres y del alcalde de Guayacanes Noel Cedeño, lo que comenzó con cinco muchachos creció rápidamente. Rafael se ha convertido en una figura clave para la juventud guayacanera, al guiar a jóvenes de Los Conucos, Juan Dolio y Guayacanes en su formación deportiva. Actualmente, entrena a 40 varones y 26 mujeres, de entre 12 y 18 años, de lunes a viernes, de 5 a 7 de la noche. Más que un simple entrenamiento, estos jóvenes encuentran en él un mentor y un modelo a seguir, un ejemplo de perseverancia y dedicación.

La labor de Rafael ha sido reconocida por el ministro de Turismo David Collado, quien ordenó la construcción de una cancha en el parque Centro de Guayacanes, un lugar donde podrán continuar su formación, lejos de las malas influencias.

“El baloncesto apoya el no a las drogas y a la delincuencia. Los padres confían en mí y los jóvenes me escuchan. Es un proceso de enseñar, educar y respetar”, afirmó con orgullo.

Para este hombre, su misión va más allá de las canchas, “a mí me ayudaron a no ser delincuente, entonces yo tengo que ayudar”. Su labor ha evitado que muchos jóvenes caigan en problemas y se unan a bandas. “Cuando los niños y jóvenes están en deportes, hay menos peleas. Lo mejor es que te escuchen. Si no te escuchan, no hay nada”, dice con convicción.

De su lado, Odalis Mercedes Marte, esposa de Rafael, resalta la importancia del trabajo de su esposo: “Que él ayude a los niños les ofrece un entorno distinto, lejos de las drogas y la violencia… Guayacanes es un lugar sano, donde la vida gira en torno a la pesca y a la hotelería”.

También señala las necesidades de la comunidad: “Aquí nos falta que los jóvenes tengan algo útil que hacer, cursos para que ocupen su mente. Las mujeres no tienen muchas oportunidades de trabajo fuera de la playa”.

Rafael Orlando y Odalis Mercedes.

Logros obtenidos en diferentes categorías

La labor de Rafael Orlando de La Cruz ha sido reconocida en San Pedro de Macorís, donde ha ganado trofeos y medallas como entrenador; su equipo ha tenido logros en diferentes categorías, desde minibasket hasta sub-22. Para los guayacaneros, su dedicación es un ejemplo de cómo el deporte puede transformar vidas y comunidades. Así, en un lugar donde el mar y el sol parecen ser eternos, la comunidad de Guayacanes sigue avanzando gracias a personas como Rafael Orlando de la Cruz, “El Coby”, quienes, a través del deporte, siembran esperanza y construyen un futuro mejor para sus jóvenes.

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