Cientos de personas visitan el parque diariamente para realizar actividad física. Es resguardado por decenas de policías
“¿Cuándo pueden comenzar?”, preguntó entusiasmado en 1968 el presidente Joaquín Balaguer luego de que fueran desplegados sobre la alfombra del despacho presidencial los largos bocetos de la sección central del Parque Mirador del Sur, elaborados por los arquitectos Manuel Valverde Podestá y Eugenio Pérez Montás.
Tras dos años de arduo trabajo, fue inaugurado en 1970 este paradisíaco complejo, que se convirtió en el primer gran parque ecológico de Santo Domingo, por el que Balaguer solía caminar diariamente, emulando las famosas caminatas del dictador Rafael Leónidas Trujillo por el Malecón.
La importante obra, cuya primera etapa contó con la participación del arquitecto Cristian Martínez, tiene seis kilómetros de largo y está constituida por las avenidas Anacaona, Cayetano Germosén, y Mirador Sur.
“Este parque se hizo con el objetivo de salvar esa franja de terreno, para que la gente no hiciera viviendas ahí, ya que en esa época se estaba comenzado a arrabalizar la zona”, asegura Montás.
El arquitecto recuerda que antes de que se construyera este espacio lo que había en ese solar era una finca que se llamaba Bella Vista, propiedad del político y poeta Enrique Henríquez, considerado una de las figuras más importantes de la época en todo el país, ya que fue ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Ulises Heureaux.
Luego pasó a ser propiedad de Héctor Trujillo (Negro), hermano del tirano.
El Mirador del Sur, ubicado en el tercer farallón de la Capital, es uno de las zonas verdes más visitadas de la ciudad. “El Parque ha quedado intacto. Complace saber que la gente lo sigue aprovechando para cuidar su salud a través del ejercicio, disfrutar de la tranquilidad de las áreas, o incluso hacer investigaciones”, indica Montás.
Cientos de personas diariamente abarrotan el espacio desde tempranas hora de la madrugada y también en las tardes para hacer deporte, ya sea en sus bicicletas, en grupos de entrenamientos, o de manera independiente.
Severino Castillo es uno de los que disfruta del aire matutino del Parque. Desde hace ocho años, según cuenta, acude diariamente a las seis de la mañana a caminar. “Desde el 2011 vengo todas las mañanas, primero fue difícil, porque no estaba acostumbrado, pero desde que el médico me dijo que mis problemas de salud podrían solucionarse haciendo actividad física, decidí hacerlo”, narra. Actualmente, Castillo tiene 62 años, “y –dice que- aunque antes tenía obesidad, caminar en el Parque me ha ayudado a mejorar mucho”.
El área, bajo la administración de la Alcaldía del Distrito Nacional (ADN), es de igual manera aprovechada para montar bicicletas y patines, realizar picnics, celebrar cumpleaños, realizar maratones y caminatas, encuentros familiares, rutas ecológicas, entre otro tipo de actividades.
Asimismo, el Mirador Sur no funciona únicamente como lugar de ocio para los amantes de la naturaleza y pulmón verde de la Ciudad, sino que además, ayuda a conservar la variada flora autóctona de la región. Igualmente, su memoria se remonta a las cuevas del Farallón, habitadas por los asentamientos de las poblaciones indígenas, informa Belinda Mastrolilli, gobernadora del Parque.
La flora en este lugar está representada por especies nativas, endémicas, exóticas e introducidas superpuestas en las tres terrazas, sobre rocas calizas que conforman la elevación costera llamada farallón del Parque Mirador Sur.
Dentro de esas especies, Mastrolilli menciona al almacigo, la caoba, la penda, la palma real, la flor de Bayahibe, el guayacán y el emblemático flamboyán.
En cuanto a la fauna, “existe una gran biodiversidad, lo que nos permite apreciar aves, reptiles, insectos, y otros, originando una gran riqueza faunística. Tenemos la cigua palmera, el pájaro bobo, el cra-cra, el carpintero, la paloma doméstica, y el perico”.
Algunos de los puntos más importantes del Parque son la explanada de la avenida José Núñez de Cáceres, donde todos los fines de semana decenas de personas aprovechan para recrearse; también está el restaurante El lago Enriquillo; la Guácara Taína; el Parque infantil las Canquiñas; y el gimnasio al aire libre.
Farallones han sido invadidos por indigentes
En 2006, por iniciativa del cabildo, los grandes números que señalan las escaleras fueron convertidos en obras de arte por 20 artistas. Hoy día lucen afectados, al igual que gran parte de los farallones de la Cayetano Germosén, que han sido utilizados como guarida por indigentes y ladrones. “Estamos trabajando para sacar a esas personas de esos lugares, porque representan un peligro muy serio. Además, estamos trabajando en la iluminación del parque a nivel interno”, agregó Belinda Mastrolilli.