En su momento, a Fernando Álvarez Bogaert se le vio como el seguro relevo de su líder, el doctor Joaquín Balaguer. Pero esta percepción le hacía más mal que bien, a juzgar por el celo con que el caudillo reformista defendía su liderazgo.
A pesar de los cada vez más fuertes rumores de que Balaguer no permitiría que ningún reformista ocupara su lugar en el partido, no fue sino hasta 1978, cuando Fernando vivió en carne propia los celos del mandatario, ya que luego de ofrecerle la candidatura vicepresidencial, hizo de todo para hacerlo renunciar antes de las elecciones.
De José Francisco Peña Gómez, a quien consideraba un hermano, afirma que era un ser humano extraordinario, que debió ser presidente de los dominicanos, pero que, según dice, algunos le han asegurado que Balaguer no permitió que Peña Gómez fuera presidente, solo para impedir que él (Fernando) se convirtiera en vicepresidente de la República.
Reconoce que su afirmación de que entre Joaquín Balaguer y Juan Bosch, existía una íntima amistad, va a molestar a muchos en el seno del reformismo y del peledeísmo, pero tiene que decirlo, porque, según dice, esa es la verdad.
Así como, de acuerdo a sus palabras, también es verdad que en el ocaso de su vida, Joaquín Balaguer le pidió perdón, “por todo el daño que le hizo”.
1. Nieto de doña Lola
Nací en Mao y vivía en Santiago. Las vacaciones, nosotros la pasábamos, una parte en Guayacanes, donde papá tenía una finca y la otra parte la pasábamos en Mao. Mi abuela era una mujer mística, extremadamente religiosa. Tenía 12 hijos, era viuda y poseía un sentido extremo de conciencia social, a pesar de pertenecer a una familia enormemente pudiente. Crio muchos muchachos, entre ellos a José Francisco Peña Gómez. Vivía inmersa en labores sociales. Mi abuela se llamaba Lola Román de Bogaert (Lolita). Mis padres, José Álvarez y mi madre Carmen Bogaert de Álvarez. El dormitorio que quedaba al lado del de mamá Lola, estaba reservado para Frank, (Peña Gómez), no para ninguno de nosotros. Por eso era que Peña hablaba tanto de la Biblia, porque él leía la Biblia y todas las noches discutía lo que leía con mi abuela.
2. Los clásicos
En Guayacanes, desde que cumplí los nueve años, durante el día papá nos ponía a Frank (José Francisco Peña Gómez) y a mí, a leer a los griegos y luego, en la noche, nos sometía a exámenes. Después de los griegos, entramos a los romanos. A los 12 años, pasamos a novelas históricas, como por ejemplo, “La noche quedó atrás”, sobre la Guerra Mundial. Yo tenía 12 años y José Francisco, tenía 15. Debíamos leer dos capítulos al día. Todavía hoy no entiendo por qué siendo nosotros cinco hermanos, al único que él sometió a eso fue a mí. Esas lecturas crearon en mí y en Peña un concepto muy profundo de los estudios de las grandes épocas.
3. Doña Bárbara
Mi madre era una gran mujer. Yo siempre decía que ella era como Doña Bárbara, la famosa protagonista del libro de Rómulo Gallegos. Una mujer valerosa. Ella fue la que en el Cibao cogió la carta para inscribir a los miembros de la Unión Cívica, después de la muerte de Trujillo. Me acuerdo un día que papá estaba en Guayacanes y Frank y yo vimos la culebra más grande que hemos visto nosotros y salimos disparados, y papá cuando nos vio corriendo y vio la culebra, también salió disparado, y mamá cogió un machete y le cortó la cabeza. Eso nos llenó de vergüenza.
4. Balaguer y Bosch, ¡entrañables!
Me fui a Nueva York a estudiar y al terminar volví al país a hacer mi tesis. Balaguer me fue a buscar, porque aunque mi papá y él eran adversarios, fueron compañeros de pensión y se tenían mucho respeto. Balaguer sabía que papá había supervisado a la Unión Cívica y que era una figura respetada. Allá en Nueva York, conocí a Juan Bosch. Te puedo asegurar que había unas relaciones muy íntimas entre Balaguer y Bosch. Es más, uno no sabía dónde comenzaba uno y dónde terminaba el otro. Ellos llegaron a un acuerdo, de que Balaguer lo iba a apoyar a él en el 1962 y que él, (Bosch), apoyaría a Balaguer en el 1966. Yo no tengo papeles que avalen lo que te estoy diciendo, pero mucha gente del entorno de ambos me lo dijo. No sé si ellos llegaron a firmar ese acuerdo. Sé que mucha gente se va a poner brava por esto que te estoy diciendo, pero esa es la verdad.
5. El doctor, antiyanqui
Balaguer era antiyanqui, porque lo habían maltratado. Cuando yo me vi con Balaguer allá, en los Estados Unidos, después de lo de García Godoy, él me dijo: “Dios mío, yo gobernar este país con 40 mil botas yanquis”, y yo le dije que nosotros no podíamos pelearnos con los yanquis. Y me dijo: “yo quiero que tú le lleves un mensaje a Juan”. Yo no entendía a quién se refería. Y él me dijo: “a Juan Bosch. Dile que los vamos a sacar (a los yanquis) en un año, o en dos como mucho, que él me ayude quemándolos por arriba, que yo los voy a quemar por abajo”. Cuando llevé el mensaje que Balaguer le mandó a Bosch, él (Bosch) me respondió: “él sabe que sí”.
6. El distanciamiento
Se ha hablado mucho del distanciamiento entre Balaguer y yo, pero hay cosas que soy yo quien tiene que decirlas y te las voy a decir. Balaguer me mandó a buscar, porque alguien le había dicho a Bosch que yo iba a ser el candidato extra partido, dadas mis relaciones con el PRD, pero yo nunca había pensado en eso, hasta el 1994. Por eso, en 1978 Bosch y Balaguer me hicieron algo para que la justicia me investigara, y yo fui a la justicia. Sorpresivamente, en la justicia lo único que me preguntaron fue que de dónde yo sacaba el dinero para enviar a mis hijas a estudiar a Suiza. Yo me sorprendí, porque eso no era así, y le respondí que mis hijas estudiaban en el colegio Véritas. Eso fue todo. Ellos lo que querían era establecer presencia allí. Yo me sentí tan avergonzado, que a partir de ahí pensé en irme del país.
7. Secuestrado
En 1978 fui donde Balaguer y le pregunté que si iba a seguir, me dijo que sí. Me fui a España y luego a Venezuela como embajador, y después me llamó para que fuera su candidato a la vicepresidencia. Acepté, pero había una presión muy grande de los militares porque pensaban que Balaguer se iba a morir, y yo era una persona muy independiente. Entonces, fui secuestrado en Santiago. Me trajeron para acá y durante 12 horas me mantuvieron secuestrado, el jefe de la Policía, el jefe del Ejército, el jefe de la Fuerza Aérea y el ministro de las Fuerzas Armadas. Después de eso, fui a Palacio y Balaguer no me recibió de una vez. Eso me hizo pensar que él estaba en conocimiento de esa acción. Cuando por fin se lo dije, lo único que me dijo fue: “que no lo sepa la prensa”. Durante el secuestro me decían de todo, me ponían una pistola en la cabeza. Ellos querían que yo les firmara la renuncia a la candidatura vicepresidencial y yo les decía que si Balaguer quería su cargo yo se lo daba, pero que no tenía que firmarles nada a ellos. Como a los 20 días, vino Polibio Díaz, que yo lo adoraba, y cuando le entregué la renuncia se le salieron dos lágrimas.
8. “No toque esa tecla”…
Balaguer tenía miedo, por los ataques que los perredeístas le hacían, aunque yo nunca lo ataqué. Cuando él dijo ese aforismo, de que “no toque esa tecla, porque te hundes”, porque como que él me iba a ir de frente, y yo le iba a contestar; él se refirió a supuestos actos de corrupción, y cuando yo le contesté, él me dijo esa frase. Eso se quedó así.
9. Era un sueño
En el año 1999, Balaguer me mandó a llamar, antes de que Jacinto Peynado fuera candidato, y me dice: “Fernando, yo quiero que tú seas candidato del reformismo y que asumas la presidencia del partido. Yo le dije que no podía, y él, refiriéndose a Peña, me dijo: “pero él se murió”, y yo le dije que no importaba, que yo tenía un compromiso de honor. Me duele que varias personas del PRD me hayan atacado. ¿Usted cree que Leonel y Danilo, con mil amores no quisieran que yo estuviera en su gobierno?, pero yo ya tomé la decisión de no estar en política. Pero te voy a confesar que ese era mi sueño. Yo quería ser candidato, representar mis ideas aunque perdiera. Siempre he sido fiscalmente conservador y socialmente muy liberal.
10. El perdón
En 1998, Peña le llevó a Balaguer a un reformista, que me voy a reservar su nombre, para que estuviera con él, pero Balaguer le dijo: “Yo quiero que usted me traiga a Fernando”. Entonces Peña me lo dijo, y yo le dije que no me gustaba mucho la idea, pero, “si ese es tu deseo, yo lo hago”. Cuando llegué donde él, Balaguer me recibió con mucha prosopopeya, y cuando Peña se fue me dijo: “te pido excusa por todo el daño que te he hecho”. Y yo le respondí: “Todo lo que no he sido se lo debo a usted, pero todo lo que he sido se lo debo a usted. Llamémoslo un empate”. A partir de ahí, cada mes o cada 15 días me pasaba dos horas con él.
Mientras respiró…nadie aspiró
“Me tiré a la calle a hacer campaña para ser candidato contra Balaguer, en 1994. Es fácil hacer campaña, pero andar el país entero haciendo oposición, con Balaguer en el poder, no era cosa sencilla. Llegamos al acuerdo Peña y yo, en 1994, aunque en la estructura superior del PRD muchos no me querían. Nos fuimos a la campaña y nos robaron las elecciones. Cuando ofrecieron el dos y dos, Peña no quiso. Empezamos de nuevo, ya le habían detectado cáncer a Frank (Peña Gómez) y yo seguí con él y era evidente que no viviría más de dos años. Yo lo acompañaba a todas partes y yo sabía que el PRD no me quería a mí para ser presidente, le dije a Peña Gómez, como cinco veces, que me quitara la candidatura vicepresidencial, son testigos de eso, su esposa y Juani Uribe. Él me dijo: “Mira Fernando, desde que yo tenía 12 años, ustedes nunca me fallaron y me amaron sin condiciones, yo sé que lo que me queda a mí son uno o dos años, pero no voy a terminar mi vida en infamia”. Él tomó esa acción, con alguien que él sabía que nunca sería presidente con el PRD, y que renunció a su herencia (el Partido Reformista) para hacerlo a él presidente. Mucha gente fue a pedirle que me retirara como su compañero de boleta y él les decía que me quitaba sin problemas, pero que ellos se tendrían que buscar otro compañero para la presidencia. Peña era un hombre extraordinario. Este país no sabe el daño que se hizo al no tenerlo como presidente. La gente dice que eso pasó porque Balaguer no podía aceptar que yo llegara a la vicepresidencia. Vamos a ser sinceros, Balaguer no concebía que nadie de ese partido fuera presidente estando él vivo”.
Peña Gómez
Nunca nos dividimos. Él tenía su partido y yo el mío. Era un hombre extraordinario. Este país no sabe el daño que se hizo al no tenerlo como Presidente”.
Balaguer
Me dijo: “Te pido excusa por todo el daño que te he hecho”. Y yo le respondí: “Todo lo que no he sido se lo debo a usted, pero todo lo que he sido se lo debo a usted”.