Cuantas veces, casi todos los seres humanos, en algún momento de sus vidas han querido volver el tiempo atrás. Con mayor frecuencia esto sucede por el deseo de revivir un momento que nos ha parecido hermoso, porque lo que vivimos ese día y en ese lugar, nos hizo sentir felices. Cuando esa es la razón de querer devolver el tiempo, es más entendible.
Es natural querer repetir las cosas buenas, es por eso que cuando ya han quedado en el pasado, cerramos los ojos y tratamos de rescatarlas, de revivirlas.
Sin embargo, cuando un ser humano expresa en voz alta, que desea devolver el tiempo, lo hace porque quiere borrar una de las historias de que se compone la vida de toda persona. Es verdad que nadie quiere perder, por la distancia o por la muerte, a aquellos a quienes ama. Una experiencia triste o dolorosa, cuando se piensa que se carece de la capacidad y entereza para superarla, es motivo para querer volver el tiempo atrás.
Sin darnos cuenta, eso que nos lastimó, lo estamos colocando por encima de todas las cosas positivas que nos hicieron felices, en ese mismo periodo de tiempo. Querer ubicarse un día del calendario anterior a ese, en el cual tomamos una decisión que más tarde no nos dejó los resultados esperados, es rechazar, no solo lo negativo de ese tiempo, sino también, a todos los que se ofrecieron a ayudarnos, a aquellos que nos tendieron la mano, a los que creyeron en nosotros. Sin saberlo, estamos desechando las tan valiosas muestras de solidaridad.
¿De qué valdría borrar unos cuantos años de nuestras vidas, por el simple hecho de que uno de los proyectos que emprendimos en esos años, no fue lo que esperábamos? No tiene sentido.
Es cierto que aunque cada día trae su propio afán y de que no tenemos una sola dirección en la cual encaminarnos, existe ese algo o ese alguien en quien centramos toda nuestra atención y ciframos todas nuestras esperanzas, y como hemos dicho en ocasiones anteriores, todo lo demás puede ir de maravilla en nuestra vida, pero si en torno a ese algo o ese alguien, las cosas no andan bien, sentimos que el mundo se nos cae encima. No nos importa nada, ni nadie más. Por eso, es bueno tener presente que todo pasa por algo, que cada experiencia nos deja una enseñanza, que aunque en el momento, no entendamos, un buen día, cuando menos lo esperamos, sabemos porqué pasaron de esa manera.