Osmar Benítez no duda en afirmar que la educación es la llave que abre las puertas del progreso. Él, hijo de un militar y una maestra de escuela, sentó las bases de su desarrollo como profesional en el sólido pilar de su formación académica.
A pesar de que su padre le indicaba que el camino a seguir era la academia militar, debido a su interés desde pequeño por la agricultura, muy joven comenzó a aprender todo lo relativo a las labores agroindustriales y agroempresariales.
En la actualidad, es presidente ejecutivo de la Junta Agroempresarial Dominicana, una entidad que recientemente arribó a sus 30 años, y a la que ha estado ligado desde sus inicios.
En esta conversación descubrimos a un ser humano que amó entrañablemente a sus padres, pero más que nada, que supo agradecer y valorar todo el sacrificio que estos hicieron por el bienestar de él y sus hermanos.
1. De Jimaní
Yo nací en la frontera, en Jimaní, provincia Independencia. Mi crié en el barrio Los Mameyes, donde mi mamá era maestra. Pasaba mis días entre Los Mameyes y las vacaciones en Jimaní, en casa de mis abuelos. Mi padre, Rafael, era guardia, y mi madre, Ana María, fue maestra. Somos cuatro hermanos: Iván, es el mayor, yo soy el segundo, Rafelito es el tercero y Maritza, la cuarta. Todos somos profesionales.
2. Un sueño con ruedas
El sueño de nosotros, toda la vida, fue tener una bicicleta, y mi papá nos decía que no tenía dinero para comprarnos una. Recuerdo como uno de los momentos más tristes de mi vida, un día que mi papá llegó con el coronel Freites, su gran amigo. Ellos iban a llevar juguetes para los niños de la frontera, y mi papá llegó a mi casa con un camión de la guardia, que él lo dirigía, y yo vi ese camión lleno de bicicletas y juguetes; y más adelante, vivía otro oficial, que lo fueron a recoger, y el otro oficial les bajó dos bicicletas a sus hijos y papá no permitió que nos dieran una para los tres. Esa fue la frustración más grande. Tan grande… que cuando nació mi primer hijo, sin saber caminar le compré una bicicleta. Una vez, escondido de mi papá, mi mamá me llevó a una repartición de juguetes que estaba haciendo Balaguer en el Palacio Nacional. Desde las cuatro de la mañana estábamos ahí, y recuerdo que íbamos avanzando en la fila y yo iba contando los niños que faltaban para saber a quién le iba a tocar bicicleta porque estaba cerca del Presidente, y le tocó al niño que estaba delante de mí. A mí me tocó un juego de pistolas cacha blanca. Eso fue terrible.
3. Amor por la agricultura
Mi papá quería que yo fuera guardia. Él veía en su mente de militar que sus tres hijos varones tenían que ser guardias. A mi hermano mayor, él lo metió a la Academia de la Marina de Guerra, y llegó a ser un oficial superior, y mi papá entendía que a mí me tocaba seguir sus pasos, pero en la escuela donde yo estudiaba, vi en la pared un cartel del Instituto Superior de Agronomía, donde instaban a estudiar Agronomía en Santiago. Yo tenía un amigo agrónomo en Montecristi, que comía y cenaba en la fonda de mi abuela y él y yo hicimos una buena amistad. Él me hablaba de esto y me iba con él para los campos. Yo no tenía ninguna tradición, no teníamos conuco, pero quería aprender, y le cogí amor a la agricultura.
4. Estudios en el ISA
Cuando pasé al primero del bachillerato tomé el examen para estudiar Agricultura, en el Instituto Superior de Agricultura, ISA, con sede en La Herradura de Santiago. Llegué al ISA, con 15 años de edad y ahí me hice hombre, porque desde temprana edad tuve que construir lo que sería mi vida para el porvenir. La hoy Universidad ISA, en ese entonces instituto, es una institución forjadora de hombres y mujeres. En ese entonces éramos solo hombres. En mi internado había 300 estudiantes, mi promoción era de 35. Eso te abre la posibilidad de conocer gente de todas partes. En mi promoción, como en las anteriores y posteriores, el ISA iba por todo el país recogiendo los valores, los jóvenes promisorios de la agricultura del país, por eso había personas de todas las provincias y de todos los municipios y parajes. Esa es la riqueza de la formación que te dan en esa escuela. Eso nos enseñó cómo piensan y actúan las personas de las diferentes provincias del país. Fue como aprender del país entero en un solo sitio. Me siento muy orgulloso de haber podido ir al ISA, porque el ISA formaba seres humanos y eso me formó de una manera que me dio una visión nacional de los problemas del país y que fortaleció mucho mi parte humana.
5. Primer trabajo
Estudiando en el ISA, yo recibía de mis padres cinco pesos en el internado. Estudiando en la universidad recibía de mi madre 20 pesos. Ella ganaba 80 y me mandaba 20 a mí. No existía el campus de Santo Domingo. Cuando me pusieron de asistente de profesor me pagaban 60 pesos, y yo entonces llamé a mi madre y le dije: “Ya no tienes que mandarme los 20 pesos. Ahora yo te voy a mandar 20 pesos a ti”. Y es que si yo vivía con 20 pesos, podía vivir con 40. Comencé a dar clases de Química en el Colegio Santo Domingo Sabio, en Santiago. Eso me generó ingresos extras y comencé a hacer mis ahorros. Ahorraba mi dinerito y eso me permitió que cuando me gradué, en el mes de diciembre, compré mi carrito. Tenía apenas cinco meses trabajando y compré mi carro.
6. La JAD
Un grupo de visionarios, encabezados por Horacio Ornes, Fernando José Fernández Nicolás, Juan José Cabral y otros destacados empresarios jóvenes, decidieron constituir una entidad en el país, que fuera contraparte de una entidad norteamericana que se llama JACC RD. JACC era una corporación americana que se dedicaba a promover nuevas inversiones en Estados Unidos y los países en vías de desarrollo. Ellos crearon eso aquí con el concurso de un dominico- americano, llamado Oscar Khoury Paniagua.Esa unidad se creó el 12 de diciembre de 1984 y ya en agosto de 1985 recibía una donación del Gobierno de los Estados Unidos de dos millones y medios de dólares. Se crearon, en ese entonces, once JACC, este era el número 11. De esos, el único que queda es este. Luego decidimos no depender del Gobierno norteamericano, desapareció hasta la institución de los Estados Unidos y nosotros seguimos aquí planeando los próximos 30 años. El Gobierno de los Estados Unidos continuó financiando otras instituciones en otras áreas de la economía, que desaparecieron también. Hoy, esta organización es un ejemplo para organismos como el Banco Mundial, que lo ve como un modelo. Esta institución tiene hoy más de 160 mil afiliados; comenzaron 20, hace 30 años, y tiene casi 100 sectores de la Economía Agraria aquí. Aquí se congregan los productores de cerdo y los representantes de la industria de embutidos, que siempre vivían en desacuerdo, lo mismo que los productores y los industriales de la leche. Esta entidad ha demostrado que la unidad, en la diversidad, es la única forma de que el país pueda avanzar.
7. Pasos en la JAD
Comencé a trabajar en la Junta Agroempresarial como Gerente de Proyectos. El Director Ejecutivo era Juan Núñez Cabrera, que había sido viceministro de Agricultura y que me ayudó muchísimo. Él me dijo que ya me había evaluado y que yo iba a llegar muy lejos. Le pregunté por qué, y me respondió: “Porque usted piensa bien. Las condiciones de un líder son tres: primero que piense bien, segundo, que lo que piense lo explique bien, y lo tercero, que lo que expresa lo pueda escribir bien. Usted tiene esa tres cualidades”. Me dijo que duraría solo un año en esa posición, porque le gustaba estar más bajo perfil. Me dijo que en ese año me enseñaría todo lo que yo tenía que aprender. Al año, Juan Núñez presentó renuncia y me recomendó como Director Ejecutivo. Duré seis meses como interino, porque la directiva no se decidía, y a los seis meses me escogieron. La entidad solo tenía 43 socios, manejábamos los fondos que el gobierno de los Estados Unidos nos daba y comenzamos a hacer cosas, y hoy tenemos esta institución. Luego de eso mis últimos estudios fueron unos programas que da la Universidad de Harvard en la Escuela de Negocios. Luego he seguido ligado a la Madre y Maestra como profesor, sigo ligado al ISA, soy miembro del consejo de Directores del ISA, soy miembro del Plan Sierra.
8. Buenos consejos
Monseñor Roque Adames me mandó con una carta donde el director del Listín Diario, Rafael Herrera. Esa carta me la devolvió don Rafael, un año después, pero cuando se la entregué no sabía qué era lo que decía. En esa carta, Monseñor le pedía a Rafael Herrera que me orientara en la capital, porque yo era una persona buena, un muchacho con muchas posibilidades de crecer. Después que le di la carta, él la leyó, entre el cigarro y el humo que me asfixiaba a mí, pero que a él le encantaba, me mira y me dice: “Entonces tú vas a trabajar aquí en un proyecto financiado por los americanos, en un proyecto nuevo para apoyar la agricultura”. Siguió hablando conmigo, preguntando dónde yo había nacido y sobre mis padres. Me dijo que él había nacido en Baní, que era hijo de campesinos, y me dijo que fuera a su oficina todos los viernes para hablar conmigo. Y me dijo que a él le encantaba saber de la Agricultura. Eso a mí me pareció perfecto, iba todos los viernes, 20, 30 minutos y hasta un ahora. Siempre al final de la reunión me hacía algunas recomendaciones. Siempre me decía cosas muy interesantes que me ayudaban mucho. Al año exacto, fui como cada viernes a su oficina y él abrió la gaveta y sacó la carta y me la entregó para que la leyera.
9. La vida en familia
En San José de las Matas conocí a la que hoy es mi esposa. Ya tenemos 28 años de casados y tres hijos: Diego José, que es el mayor, graduado de Administración de Empresas; Jorge David, graduado de Mercadeo, y Daniel Osmar, el más pequeño, que estudia en el Programa de Administración de Empresas de UNIBE. Mi esposa es ingeniera agrónomo con una maestría en Administración y está dedicada a administrar los negocios de la familia. Tenemos una finca, soy productor de plátanos. Desde hace 13 años tenemos un contrato de ventas con Frito Lay. A ellos les vendo todos los plátanos de la finca. Tenemos una compañía inmobiliaria que se dedica a comprar y vender fincas.
10. Amor de padre
Los recuerdos más felices son los nacimientos de mis hijos. El nacimiento de mi primer hijo fue de mucha tensión, porque mi abuela decía que por la forma de barriga, iba a ser hembra. En ese tiempo, uno tenía que esperar que el bebé naciera para saber el sexo. Entonces mi suegra, una mujer formada por las monjas, sabía tejer y bordar y ella y mi esposa tejieron unos abriguitos. Las dos tejían rosados y azules, y yo calladito… deseando que fuera varón. A la una y 45 de la mañana salió el doctor y me dijo: “Nació varón”. A esa hora pegué un grito tan grande que se escuchó lejísimo. Yo no fumo, pero me habían regalado un cigarro y yo traté de fumarlo, y el humo me dio tos. Mi hermano, guardia igual que mi papá, me llamó y me dijo que se había enterado que había nacido el sobrino y me dijo que era una tradición que el padre le pusiera su nombre al primer hijo, yo le dije que esa tradición se iba a romper, porque yo no le iba a poner mi nombre al niño. Le dije: “cómo yo le voy a poner Osmar, con tantos problemas que me ha dado esta “S” en mi nombre”. Ya no es así, ya la gente se acostumbró a Osmar y por eso le puse así a mi tercer hijo.
Mi padre y el comunismo
Cuando pasé a primero del bachillerato, estaban con la lucha del medio millón para la UASD y mi hermano mayor estudiaba en el liceo Estados Unidos, que está cerca del Palacio Nacional, y todos los días había trifulcas. Entonces, en un momento en que mi papá estaba en Duvergé de puesto, ese día se armó un lío en el liceo donde estudiaba mi hermano y la policía intervino y a mi hermano lo tomaron preso, lo llevaron al Palacio de la Policía y lo acusaron de comunista. Mi papá estaba aquí y fue a la policía para que le entregaran a su hijo. Ahí tuvo una discusión casi violenta porque el policía dijo que mi hermano era comunista, lo que para mi papá era una ofensa casi de matarse. En mi casa había un letrero que decía: “Soldado, el Comunismo es tu peor enemigo”. Ese día decidió que todos íbamos para la guardia. Nos llevó a Jimaní porque seríamos guardias y allí fue que vi el letrero del ISA. Nos examinamos 76 personas para ir al ISA y pasamos dos el examen, y de los dos seleccionaron a uno, porque había un examen teórico y otro oral. El teórico lo pasamos los dos, pero el práctico solo lo pasé yo. Me seleccionaron para estudiar en el internado de Agricultura. Recuerdo que ese día estábamos comiendo, y le dije a mi papá que me iba a examinar para ir a una escuela de agricultura que había en Santiago. Él se molestó y me dijo que quería que sus hijos fueran guardias para que no tuvieran que embromar con políticos. Pero no se opuso a que me fuera a examinar.
Colaboración
“He sido asesor de los últimos presidentes que ha tenido el país y me siento muy satisfecho, porque no lo he hecho en favor mío, siempre he sido honorífico”
Apoyo
“Yo soy hijo de un guardia y una maestra. Pude haber sido panadero, zapatero o limpiabotas, pero gracias al esfuerzo de mis padres pude formarme”
Misión
“La labor de escuchar a los agricultores es un sacerdocio y la única manera de producir cambios es que alguien les diga a los políticos lo que ellos necesitan”