En una entrega anterior, Víctor Gómez Bergés, habló sobre las maniobras que utilizó Balaguer para impedir a toda costa que el joven canciller de su gobierno se convirtiera en Secretario de la OEA, haciendo galas, una vez más, del egoísmo patológico que le caracterizó y que padecieron sus más cercanos colaboradores.
Sin dudas, un episodio inolvidable en la vida del hoy juez del Tribunal Constitucional y que le ha motivado a escribir un libro dedicado expresamente a narrar la historia del dominicano que estuvo a punto de convertirse en secretario del organismo internacional.
En esta oportunidad compartimos con los lectores su paso por la administración pública y la vida en familia, junto a su amada esposa Carmensina Casanova. Definitivamente, momentos más placenteros de la vida de este ser humano dotado de cualidades excepcionales, como el impecable trato por el cual se distingue con todo aquel que interactúa.
1. Disciplina de hogar
Siempre conté con la supervisión constante de mis padres, que me exigían cumplir con las tareas que me ponían los profesores. En esa época se estilaba mucho que los profesores dejaran tareas a los estudiantes para que éstos las llevaran al otro día. Eso obligaba a que nosotros, en las tardes, tuviéramos que estar haciendo las tareas y no desperdiciando el tiempo. Me encantaba la pelota, jugaba primera base y siempre, después de mis tareas, jugaba pelota.
2. Carrera pública
Mi padre fue gran amigo del general Antonio Imbert Barreras, y al iniciarse el Gobierno de Reconstrucción Nacional, Imbert me llamó para que lo acompañara como Secretario de Interior y Policía de ese gobierno. Yo tenía 25 años. Ahí mi carrera pública se colocó en los más altos niveles. Estuve ahí los cuatro meses que duró ese gobierno. Renuncié, y entonces, mi padre, que fue fundador del Partido Reformista, me acercó al doctor Balaguer.
3. Constituyente
Cuando Balaguer ganó las elecciones, en 1966, lo primero que hizo fue crear una comisión para redactar la nueva Constitución. Yo fui el secretario de esa comisión, fui yo quien la llenó a máquina, entonces no había computadoras. Y cuando terminamos, la comisión en pleno, le llevamos el documento a Balaguer en dos partes. Don Luis Julián Pérez, que era el presidente de la comisión, le dijo al doctor Balaguer: “el doctor Gómez Bergés, tiene el texto de lo que se ha hecho”. Entonces, en su despacho, nos pasamos como tres horas, cuando presentamos la primera parte, y un tiempo más o menos igual, cuando presentamos la segunda parte. Para realizar esta Constitución, consulté como 15 constituciones de otros países.
4. Funciones públicas
Yo había desempeñado, con el Gobierno de Reconstrucción Nacional, con Antonio Imbert, el cargo de Secretario de Interior y Policía. Entonces, Balaguer me llamó y me dijo que quería que yo lo ayudara a resolver el problema de los Ayuntamientos y me nombró Secretario General de la Liga Municipal Dominicana. Ese fue mi primer cargo. En esa posición pasé los primeros cuatro años, del 1966 a 1970. En el 1968 formé un movimiento que fue muy impactante en la comunidad joven del país, que se llamaba Movimiento Nacional de la Juventud, un movimiento que atrajo a una gran cantidad de profesionales y técnicos que simpatizaban con el doctor Balaguer, incluso, a muchos jóvenes de la izquierda los conquisté para que vinieran a trabajar con nosotros. Ese movimiento fue determinante para el triunfo del doctor Balaguer en 1970. Cuando él gana esas elecciones, me designa Secretario (Ministro) de Educación, a los 30 años de edad. Ahí me desempeñé hasta el 1972.
5. Tiempos difíciles
Para las elecciones del 1978 no trabajé. Me dediqué a viajar por el país y le hicieron creer a Balaguer, que yo estaba trabajando mi candidatura por el MNJ, para esas elecciones; y ya él estaba pensando ser candidato, como en efecto lo fue. Entonces, Neit Nivar, que era jefe de la Policía y era enemigo mío, le daba toda la información de mis actividades. Tuve que disolver el Movimiento Nacional de la Juventud, porque ametrallaron mi casa. Durante esa campaña, me nombró Secretario de Industria y Comercio. No hice nada, no moví ni un dedo para que él ganara.
6. Un dolor profundo
Lo más triste que me ha pasado es la muerte de mi padre, que acaba de cumplir 34 años de muerto. Adoraba a mi padre. Teníamos una gran empatía. Él me ayudó mucho, sobre todo en el campo político, aunque fue oficial de la policía, fue político en la época de Horacio Vásquez. Él me hablaba mucho de política cuando yo era muy jovencito.
7. El amor de Carmensina
Conocí a Carmensina finalizando mi trabajo en la Cancillería. Un tío de ella, que era senador y pertenecía al partido mío, se llamaba Elvio Rodríguez, éramos como dos hermanos. Carmensina estaba casada y vivía en Santiago. Elvio vivía en la casa de los padres de Carmensina, en la Capital, entonces yo ni sabía que ella existía. Yo iba a la casa a buscar a Elvio y conocí a su mamá, a su papá lo conocí muy poco. Carmensina estaba loca por divorciarse, porque tenía problemas con el esposo, pero el papá no la dejaba y ella era muy obediente de su papá y lo adoraba. Así que solo se divorció cuando su padre murió. A ella la conozco el día de la muerte de su padre. Me llamó la atención aquella mujer tan bella al lado del ataúd. Yo estaba con Elvio en una habitación y cuando salgo a la sala, la veo contemplando el cadáver de su papá, y le pregunté a Elvio que quién era esa mujer tan bonita. Eso fue amor a primera vista, ella tenía 25 años. Elvio me dijo que esa era la hija de Quilvio, y yo le dije que él nunca me había dicho que además de los dos hijos, Quilvio tenía una hembra. Me quedé en la casa, me acerqué a Olga, (la mamá de Carmensina), para consolarla y ella nos presentó. Fui al otro día al entierro, volví a verla, fui a la misa de los nueve días y la vi de nuevo. Entonces escucho el rumor de que ella se iba a divorciar y que iba a venir para la capital. Ya yo iba a las misas por verla a ella. Conversando un rato, me dijo que tenía dos hijos, Tania y Quilvio, que son como mis hijos.
8. No fue fácil
Un día le digo a Olga, la madre de Carmensina, que me gustaba su hija y ella me dijo que esa era la mujer más jodona del mundo. Me dijo que ella no me iba a hacer caso. Comenzamos a tratarnos, pero mientras estuvo en el proceso de divorcio nunca me hizo caso para nada. Cuando le dije a Elvio que ella me gustaba, me dijo lo mismo que su mamá, que Carmensina era una mujer muy jodona. Y yo le dije: “pero, ¿ y qué es lo de ustedes? ella es una mujer y yo soy un hombre”. Hasta que al año, el día cuatro de julio, un hermano de Elvio murió en Montecristi y yo cogí para la misa en Montecristi. Cuando llego a la iglesia, en la puerta, ahí estaba ella. Cuando me vio se impactó, porque no esperaba que yo iba a ir hasta allá. Ese fue el detonante. Nos casamos, y desde entonces esa señora me ha echado un cordel al cuello, jajaja… Tenemos dos hijos, Víctor Osvaldo y Maeno Esteban, pero ella tenía dos hijos de su matrimonio anterior, y yo crié mis dos muchachitos, a quienes adoro. Los dos me dicen papi. Tania, la única hembra de los cuatro, ya tiene cuatro hijos. Ella me adora y me trata con mucho cariño.
9. Conciencia tranquila
En la vida aprendí que a veces te llegan cosas que no estás buscando, ni esperando, que son obras del destino, a las que yo les llamo obras de Dios. Dios nos dirige. Aunque no lo creas, ni lo estés esperando, te va presentado cosas. A mí todavía hoy me pasa así. Tú ves este cargo que tengo hoy en el Tribunal Constitucional, no me preguntes cómo llegué aquí. Fue como muchas otras cosas que se fueron dando. Tengo tranquilidad de conciencia, porque nadie puede decirme: “tú hiciste tal cosa mal hecha”.
10. Juez del Constitucional
Cuando el Consejo Nacional de la Magistratura convoca a los profesionales que quisieran aspirar a formar parte de las altas cortes, yo me presenté a la evaluación. Cuando me presenté, me hicieron muchísimas preguntas capicúa, pero salí airoso. Imagínate, con lo que yo conocía de la Constitución del 1966… Cuando finalizó mi evaluación alguien comentó: “este es un juez seguro”. Leonel Fernández lo escuchó y se quedó callado. Este tribunal tiene mucho futuro, porque le estamos dando el valor que realmente tiene la Constitución. Esta es la culminación de mi carrera pública. Lo entiendo así, aun me quedan tres años en este tribunal. He dado toda mi vida al país. Cuando perdí las elecciones del 2006, me integré a mi bufete de abogados, que lo tenía en la calle Federico Geraldino, después me asocié con otros abogados, y seguí mi ejercicio hasta que vine para acá.