El primer día que fui a la universidad, dejando atrás convivencias y nostalgias de mis años en las lides estudiantiles del municipio de Tamayo, lo primero que recibimos aquella mañana fue un documento del que me dijeron: “Ese es el pénsum de su carrera”.Observé y acaricié el documento. Recuerdo que tenía dos páginas, y estaba referido al Plan de Estudios de la carrera universitaria que había escogido, separado cada bloque de asignatura por semestres.
La primera asignatura o materia pedagógica que indicaba el pénsum era Filosofía O11, y la presentación de Tesis o Monografía. Desde un principio me empeñé en ser excelente estudiante, solidario compañero y responsable conmigo mismo.
Eso nos permitió ser coherente y respetuoso con la inversión, el sacrificio infinito y los sueños y esperanzas de quienes me mandaron a la universidad: Mis padres.
Una a una, semestre tras semestre, fui pasando cada asignatura, sin llevar ni siquiera una a extraordinario o completivo.
Por ello, en la presentación del Monográfico (con humildad lo digo) fui excelente y brillante, de testigos los decenas de colegas que de seguro me leen y que compartieron con nosotros la carga de investigación y presentación de Tesis o Monografía.
Eso permitió que el día de la graduación nuestro nombre brillara en aquel salón de actos de la UASD, cuando a ritmo de fanfarria escuché al maestro de ceremonia gritar mi nombre: “Santo Salvador Cuevas, Cummmmm Lauuuuude”.
Así, con humildad y dedicación, entramos y salimos de la UASD.
Recibí de manos del Rector Magnífico un título que nos acredita como licenciado en Educación Mención Filosofía y Letras, título que estuvo avalado, consentido y aprobado por el Ministerio de Educación Superior Ciencias y Tecnologías.
Pero, en el pénsum o plan de estudios de la UASD, nunca vi, ni se me dijo tampoco de la existencia de otro examen con más alcances que el de la universidad. No se me dijo tampoco que el Ministerio de Educación, Minerd, suplantaría la función del Ministerio de Educación Superior.
En conclusión, está presente el abuso de poder, la ilegalidad de un concurso, la negación de derechos al ciudadano y, en marcha lenta, pero segura, el fin de la carrera de pedagogía en las universidades.
Esto así anda mal.
No tienen cómo explicar que en toda una semana de examen, en ninguna parte del país, ni un solo postulante ha superado el examen de Lengua Española.
Si no necesitaban maestros de letras, debieron decirlo y no someter a esta humillación y desconsideración a quienes nos sacrificamos y dimos cumplimiento metódico al pénsum universitario.
Estamos jodidos y abusados.
Nos toca ir en masas a las universidades a devolver el papel donde nos calificaron como Licenciados. El Minerd nos ha tronchado nuestras vidas, y ante la realidad chocante y lacerante el señor ministro de Educación, arquitecto Andrés Navarro, sigue guardando silencio.
Sólo la sensibilidad del presidente Danilo Medina podría poner un STOP a esta negación de derechos del Minerd.