Cuando los ciudadanos de Estados Unidos acudan este martes a las urnas no estarán eligiendo directamente con sus votos a ninguno de los candidatos presidenciales y vicepresidenciales, sino que estarán escogiendo a 538 delegados para que en sus nombres decidan quiénes los gobernarán en el próximo período constitucional.
Es decir, los estadounidenses no estarán votando a favor de su candidato presidencial, sino que en realidad estarán escogiendo de forma indirecta a los compromisarios, o mejor dicho, a quienes van a elegir al presidente y al vicepresidente. Y cada elector tiene derecho a un voto para presidente y otro para vicepresidente.
Los 538 compromisarios o electores son escogidos en elecciones simultáneas en los 50 estados de la unión más el Distrito de Columbia, que es el territorio donde está la ciudad capital del país, Washington, pero lo hacen votando por los candidatos presidenciales.
Este número de compromisarios, conocido como Colegio Electoral, es equivalente a los 435 congresistas de la Cámara de Representantes (diputados nacionales), más los 100 legisladores del Senado, más los tres delegados que aporta el Distrito de Columbia. Estados de ultramar, como Puerto Rico y la isla de Guam, en el Pacífico, no votan en las elecciones presidenciales.
Y esos compromisarios son escogidos por las cúpulas de los partidos de entre quienes crean reúnen las condiciones para ser parte del Colegio Electoral.
Número mágico: 270
Para ganar, el candidato presidencial debe obtener la mitad más uno de los 538 delegados, es decir, 270 compromisarios, aunque no haya obtenido la mayoría en el voto simple. En 48 de los estados, el candidato que más voto obtiene se lleva la totalidad del Colegio Electoral.
Mientras que en los estados de Nebraska y Maine los electores se asignan a uno u otro candidato presidencial utilizando un sistema proporcional de votos denominado Método del Distrito Congresional (Congressional District Method), que establece que los votos electorales se definen según el candidato que gane en cada uno de los distritos en los que está dividido el territorio estatal.
Con este método se garantiza que si un candidato no triunfa en el conteo total del estado puede obtener electores que lo apoyen si ha logrado imponerse en uno o más distritos del Congreso, evitando así que el candidato mayoritario arrase con todos los delegados al Colegio Electoral.
En caso de que ningún candidato a la presidencia gane una mayoría de los votos electorales, la elección tiene lugar en la Cámara de Representantes, si ningún candidato para vicepresidente posea una mayoría de votos electorales, la elección tiene lugar en el Senado.
A discreción del delegado
Sin embargo, la constitución de Estados Unidos no establece que el delegado al Colegio Electoral debe votar o respetar la voluntad de los electores de su estado, aunque esta ha sido la norma por la fuerza de la tradición.
Pero no siempre ha sido así. Hasta el momento, en 229 años de historia electoral, solo en nueve ocasiones se dio el caso de que compromisarios votaron en contra de los candidatos escogidos por los electores de los estados que representaban, por lo que la duda sobre la fidelidad de los delegados al colegio es una realidad presente en esta campaña tan atípica, donde Donald Trump ha llegado al final, incluso, con altos dirigentes de su partido en contra y siendo presentado como no apto para dirigir el país.
Voto electoral contra voto popular
Para estas elecciones, en Estados Unidos hay inscritos 218 millones ciudadanos hábiles para votar, y no necesariamente quien obtenga la mayor cantidad de votos ciudadanos por estado gana la presidencia, ya que, a pesar de la mayoría es posible que no obtenga los 271 electores colegiados necesarios.
De las tres veces que se ha dado esta situación la última fue en el año 2000, cuando el candidato republicano, George W. Bush, se impuso con exactamente 271 votos del Colegio Electoral sobre el demócrata Al Gore, que a nivel nacional obtuvo 540.520 sufragios más.
El desenlace de ese proceso se produjo en la Corte Suprema de Estados Unidos, que dio ganancia de causa al candidato republicano.
Las otras dos ocasiones en que sucedió que el candidato más votado a nivel nacional no obtuvo mayoría en el Colegio Electoral fue en los años 1876 y 1888.
El conteo final
Aunque la Constitución de Estados Unidos establece que las elecciones se desarrollan martes después del primer lunes del mes de noviembre y la mayoría de los estados anuncia al ganador esa misma noche, no es hasta enero cuando se da al ganador oficial.
Antes, los compromisarios escogidos se reúnen en los parlamentos estatales el segundo miércoles de diciembre para emitir su voto oficial y elegir al presidente y al vicepresidente, y esos votos certificados se envían al Senado, que, sin abrirlos, los deposita en dos cajas: una para el presidente y otra para el vicepresidente.
Y el día 6 de enero el Congreso estadounidense se reúne en sesión especial para contar los votos y declarar a los ganadores, que asumen sus cargos el día 20 de ese mes.