No es un asunto de suerte

La semana pasada, el amigo José Báez Guerrero, en su columna semanal de uno de nuestros matutinos escribía un artículo que tituló “La extraña suerte de Leonel Fernández”.

La semana pasada, el amigo José Báez Guerrero, en su columna semanal de uno de nuestros matutinos escribía un artículo que tituló “La extraña suerte de Leonel Fernández”.Básicamente, José escribía que de los elogios al expresidente se pasaba a describir excesos de poder y errores. Pienso que a nadie que conozca la mezquindad y el chantaje típico de muchos sectores de nuestro país deben sorprenderle las criticas al tres veces presidente de nuestro país.

Este es un país de todólogos, donde cualquiera se siente con derecho, en la mayoría de las veces sin saber lo que habla o sin haber leído un libro y peor aun sin saber leer y escribir, de poder opinar de cualquier tema y de manchar la honra y el trabajo de hombres y mujeres por envidia, por intereses económicos, por intereses políticos o simplemente por hacerse el gracioso.

Los que hemos asumido posiciones públicas, muchas veces sin necesidad, sabemos lo que es eso y lo peor el efecto y la angustia que causa a nuestros familiares. Hace ya algunos años, siendo presidente del Conep, en una emisora de radio me hacían duras críticas por una posición que había adoptado el organismo cúpula del sector empresarial. A pesar de que era una posición colegiada del sector, se personalizaban las ofensas en la persona que ocupaba la presidencia. Uno de mis hijos muy preocupado al oír las críticas me llamó, a lo cual le dije: “¿No quieres oír las críticas? Es muy fácil, cambia la emisora”.

El expresidente Fernández ha sido objeto de críticas desde que abandonó el poder el año pasado. Para él no fue nunca una sorpresa, ya había abandonado el poder en otra oportunidad y se fue injusto con él, por lo que en esta oportunidad no solo se lo imaginaba, sino que venía ya mucho más curtido como líder de un partido que ha logrado ganar las elecciones por cuatro oportunidades.

Si miramos hacia atrás, no ha habido un presidente que abandone la primera magistratura que no haya sido víctima de ataques. Qué decir del expresidente Balaguer, que pasó de ser uno de los políticos más criticados, a ser admirado y reconocido por el partido que enfrentó por años de forma encarnizada.
Todos los humanos en el transcurso de nuestra vida cometemos errores, lo importante siempre es que el balance sea positivo y solo siendo perverso es que es posible no reconocer la obra de gobierno del expresidente Fernández.

Las críticas se han centrado sobre la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), donde sin ningún sentido se ha querido acusar al doctor Fernández de lavado de activos. Una acusación sin fundamentos y a todas luces buscando ganancias políticas, que no se han podido lograr, ya que las últimas encuestas han dado como resultado que sus acusadores no han crecido en la preferencia de los electores. Incluso, no sé si otros empresarios se habrán sentido incómodos con esta acusación, porque muchos hemos contribuido de muy buena gana, sin ningún tipo de presión a lo que entendemos apoya la educación y la cultura en general y no hemos lavado dinero, han sido aportes de nuestras ganancias lícitas.

Se criticó la decisión de la fiscal Yeni Berenice Reynoso y cuando el jurista español, Baltasar Garzón, al referirse a la querella contra Fernández, dijo: “fue una acción temeraria con el fin aparente de utilizar la justicia como instrumento a los fines de obtener una rentabilidad política espuria”, se llegó a decir que era en retornos a favores.

Acusar a Funglode es desconocer la labor que viene haciendo dicha fundación, basta leer sus memorias de 2012 para reconocer sus aportes al desarrollo de la educación, de la cultura, del debate de ideas políticas en un ambiente abierto, cursos de postgrado para ir preparando una generación de profesionales más adecuada a los tiempos que vivimos, publicaciones de libros y ensayos de diferentes temas.

Cuántas fundaciones no hay creadas en este país que no se sabe dónde están, que se crean para evadir impuestos, para ocultar sobornos y bienes mal habidos, incluso hasta para disfrazar las ganancias del narcotráfico. ¿Por qué no se hace una investigación sobre todas si realmente se le quiere hacer un aporte desinteresado al país?

Diríamos, como dice José, “que partido, grande o pequeño, muchos de los políticos que hoy critican a Funglode no están en capacidad de soportar una auditoría como la que se le pide a esta fundación”.

Pienso que como sociedad nos falta mucha institucionalidad, transparencia, tanto a los políticos como a los empresarios, los medios de comunicación, la sociedad civil, las redes sociales, por lo que se debe ser muy cuidadoso cuando se critica a alguien.

Actuar para mejorar la sociedad es lo que debemos hacer y no como dijo el exmagistrado Garzón, acusar para buscar ganancias políticas espurias, donde personas con talento no pueden confundirse con los habituales chantajistas de la pluma o el micrófono.

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