Chito Asmar tiene muchas cosas por las cuales agradecer a Dios y a la vida, pero si solo pudiera dar gracias por una, esa sería, que Dios le permitió vivir sin odios, solo mirando el lado bueno de las personas, sin juzgar, sin odiar.
En sus días de infancia, el asma emocional que padecía por poco pone en peligro sus estudios, pero la visita de un gran amigo de su padre le hizo cambiar su visión de la vida.
Fue así como pasó de ser el niño que siempre andaba descalzo, en pantalones cortos, persiguiendo pajaritos para cazarlos con su tirapiedras, o esperando que se congregaran los amiguitos para invitarlos a un partido de béisbol, a convertirse en uno de los niños más aplicados de su clase, y más tarde en un reputado abogado.
Su amor por el deporte lo demostró en el terreno del juego, y más tarde en la literatura. Hoy, no oculta su alegría porque la Lidom le dedicó el Torneo de Béisbol Invernal, lo cual considera una alta distinción, la que recibe con inmensa alegría, pero con toda la humildad que le caracteriza.
1. Hijo de Alejandro y Mercerdes
Nací el 26 de septiembre de 1930, en San Carlos, donde está la familia Don Bosco. Soy hijo de Alejandro Asmar Issa y Mercedes Altagracia Sánchez de Asmar. Mis padres tuvieron seis hijos, cinco varones y una hembra, yo soy el menor. Éramos: Federico, luego seguían Carmen María, Guillermo, José Alejandro, Félix de Jesús y yo. Cuatro murieron, solo quedamos José Alejandro y yo. Mi papá participaba en contra de Trujillo por allá por el 30, y en un mitin en el Parque Colón lo llevaron preso, pero antes le habían dado como cinco balazos, y lo fueron a buscar del hospital y ahí lo salvaron. Él se estuvo más tranquilo por los hijos. Es más, yo digo que él se alejó de la política por mí. Él era íntimo amigo de Carlos Álvarez, y un día el hijo menor de Carlos, Manuelcito, se desapareció; él estaba en el primer año de Medicina y no apareció nunca ese muchacho, y yo pienso que a mi papá le dio temor por mí, porque él sabía que Trujillo le daba al enemigo por donde más le dolía.
2. Asmático
Mi vida fue muy difícil, porque fui un niño asmático, pero de un asma bestial, había que buscarme un médico para que fuera a la casa; pero, desde los seis años, ya yo estaba en Don Bosco y era parte del equipo de niños de seis años que había estructurado Max Reynoso. Ahí comencé a jugar y seguí. De ahí pasé a la escuela Chile. Hasta ahí todo iba fenomenal, de ahí en adelante me daba una cosa mala cuando me hablaban de la escuela, pero yo era la debilidad de mi viejo y los médicos dijeron que mi asma era sicosomática, que había que tratarme con mucho cuidado. Mi mamá era muy fuerte, pero el viejo era muy débil. Entonces el primer día que me tocó ir a la escuela tuve la mala suerte de que era el día que tocaba la revisión dental y como yo estaba sentado en la fila delante, me llamaron a mí; y yo nervioso, sin demostrarlo, les dije que me permitieran ir a buscar a mi hermano y me dejaron ir. Pasé rapidísimo por donde estaba el guardián y solo sentí que trató de agarrarme. Iba tan rápido que los árboles me daban en la cara. Llegué a mi casa y me metí debajo de una mesa grande de comedor que había y me preguntaban que qué era lo que me pasaba y yo no decía nada, hasta que llegó el viejo. Ahí yo salí, muriéndome, y llamaron al doctor y él duró como hasta las 12 de la noche tratando de reanimarme. Fue la primera vez que escuché la palabra sicosomático. El doctor dijo: “Tienen que tener mucho cuidado con Alejandrito, porque el asma de él es emocional”. Entonces, cada vez que me hablaban de escuela me ponía malo, y no era verdad, pero me ponía malo. Y mi mamá decía: “Ese es un bandido, tú lo estás consintiendo”, y mi papá le decía: “Recuerda lo que dijo el médico”. Y ella insistía en que yo era un bandido, que no se llevara de mí.
3. Una visita importante
Yo siempre estaba en pantaloncitos cortos, descalzo, con una bola de goma, un trompo, bolitas de plomo y un tirapiedras, es decir, que yo jugaba pelota, era un fenómeno jugando trompo, y pajarito que pasaba, pajarito que tumbaba. Esa fue mi vida, hasta que un día, jugando con el trompo, llegó un señor alto, moreno, elegante, y me dice: “Niño, ¿Alejandro está ahí? Y le respondí: “Sí señor”, él me dijo: “Vaya y dígale que Julio está aquí”. Voy, se lo digo a mi papá. Ellos se sentaron en la puerta y se pusieron a conversar, y cuando el señor se va, le dice a mi papá: “¿Y este tiguerito, no va a la escuela?, (yo iba a cumplir casi 10 años), ah pero él está estudiando para burro”. Me dijo: “Mira mi hijo, para tú salir de aquí tú tienes que ser profesional, para jugar siempre hay tiempo, pero primero tienes que estudiar, porque si no estudia no vas a hacer nada en esta vida”. El hombre se fue y yo me quedé mirándolo, y le pregunté a mi papá que quién era ese hombre, y él me respondió que ese era el mejor abogado de este país, y le dije a mi papá: “Inscríbame en la escuela, que yo voy a ser como él”.
4. De vuelta a la escuela
Después de la visita de ese amigo a mi casa, al día siguiente, mi mamá, que era modista, me arregló uno de los uniformes de mi hermano, que era mayor que yo, y me fui para la escuela. Ya tú sabes, llegamos a la Escuela Chile, preparándome porque si fallaba ahí, no volvía a la escuela más nunca. Mi profesora era hija del director de la escuela. Me pusieron junto con mi hermano Santo, que estaba en segundo, y cuando me mandaron a la pizarra yo no sabía nada. Entonces la maestra puso a uno de los alumnos más grandes a cuidar el curso, salió, y al poco rato llegó con el señor Aybar, que era el director de la escuela. El señor Aybar dijo que en ese momento se estaba iniciando una historia muy bonita y que esa historia la iba a escribir yo. Me dijo: “ No importaba comenzar a estudiar tarde, lo importante es estudiar bien, lo que no podemos es brincar. Tú tienes que ir al primer curso, y no te preocupes que de ahí en adelante yo sé que tú lo vas a lograr”.
5. En el primer grado
Cuando llegué al aula de clases, en el primer grado, ya casi con 10 años, los otros muchachitos lo que estaban era riéndose de mí. Le di un trompón a uno, que se lo llevaron para la sala de socorro. Entonces me llamaron de la dirección y me aconsejaron que las cosas no eran así, que debía de tener paciencia, y así lo hice. Luego fui pasando de curso. Había una profesora que vivía por mi casa y yo hablé con ella, y ella me dijo: “Yo te preparo el cuarto en las vacaciones”. Lo hice y cuando comenzó el año escolar me llevaron donde el director, y ya yo estaba en quinto. Me esforcé tanto que cuando vino al país Gabriela Mistral, yo fui el estudiante que le dio la bienvenida.
6. El deporte
Fui selección nacional varias veces. Tengo tres Champion Big Pitcher y cinco Champions Bate. Una cosa rara. Después me involucré con los profesionales, pero no quise firmar. Viajé a Nicaragua, a El Salvador, a Aruba, a los Estados Unidos, pero seguí estudiando. Tuve la suerte de ser reconocido como abogado. Yo digo que no es la inteligencia la que pone de manifiesto lo que tú eres, sino tu manera de ser, cómo te comportas con quienes te necesitan. Eso vale mucho, que la gente te reconozca porque eres una persona accesible y humana. Así somos todos. Eso lo vimos en nuestros padres.
7. “Por usted soy abogado”
Pasó el tiempo, me hice abogado, y estando en la defensa de un muchacho de Río Haina, que mató a un compañero haitiano, parece que peleando, él le dio un batazo, internaron al hombre, le dieron de alta y después murió. Yo estaba en la defensa, analicé todo, hice todos los contactos y lo defendí como si me estuviera ganando millones de pesos, pero vi que una o dos horas antes, llegó este señor, igualito a como lo vi la primera vez. Vestido igual, con su toga y unos libros. Él se sentó en el asiento de alante. Se termina la audiencia y el juez se fue a deliberar. Cuando el juez regresó emitió su sentencia, con la cual condenaba al muchacho a un mes por riña. El señor que estaba ahí, se levantó, se me acercó y me preguntó que cómo yo me llamaba y le dije: “Alejandro Asmar”. Él me dijo: “¿Tú eres hijo de mi hermano Alejandro?” Le dije: “Sí. Por usted soy abogado”.
8. En los estadios y en el estrado
No te puedo decir dónde he tenido mayores satisfacciones, si en los estadios o en el estrado, pero yo era un enfermo del Derecho. Yo lo vivía cuando hacía una defensa penal. Me gustaba cómo la gente reaccionaba y aplaudía. Eso para mí no tenía precio. Nunca me involucré en nada de política, mi papá decía que yo era el único hijo que le había salido pendejo, y yo le decía que yo había estudiado para hacer uso de la palabra y que si yo hablando iba a tumbar a Trujillo, lo haría, porque no había quien hablara más que yo. Mi padre estuvo detenido 16 veces en la Torre del Homenaje, y tres veces en Nigua.
9. El club Naco
Pasé 16 años dirigiendo el Club Naco. A veces llega un momento en el cual estás descollando en todo, pero los que te rodean se van quedando atrás y ya no sienten igual, lo que me recuerda una entrevista que le hicieron a don Alejandro Grullón, del Banco Popular, donde él dijo que el enemigo más grande del éxito es la envidia. Le agradezco a Dios que no haya permitido que en mi corazón surgiera un sentimiento negativo hacia nadie, ni odios, ni rencores. Al que me ha querido hacer daño, le pido que Dios le dé salud y prosperidad, a cambio, por supuesto, de que me dé tranquilidad a mí. Soy fervoroso de Jesús y San Judas. Yo solo veo lo bueno del otro, lo malo, el que tiene que verlo es una sola persona, y esa persona es Dios. No le he hecho daño a nadie en esta vida. Me mortifica cuando tengo que ayudar al otro y veo que las cosas no me están saliendo bien.
10. Matrimonio
Voy a cumplir 58 años de casado. Dios me dio la mejor mujer que ha dado el mundo, y lo digo siempre; como Ana pueden aparecer muchas, pero mejor que ella no aparece una. Ella siempre fue estudiosa, sobrina de curas y monjas, hija de beatas. Ella es el mejor regalo que me dio Dios y entonces con ella a mi familia. Tenemos tres hijos. Dios me ha compensado enormemente.
Soy un hombre muy sentimental
“Me hizo llorar el homenaje que me hizo producciones Apolo, donde el presentador era Freddy Mondesí, pero cuando él me presentó comenzó hablando de mis viejos, de todos mis hermanos y después habló de mí.
Y cuando yo hablé dije que no tenía fuerzas para responder a tantos elogios, pero que quería dejar constancia de que la satisfacción más grande de mi vida es saber que soy el orgullo de mis hijos, y ahí lloré. Tengo alrededor de 200 reconocimientos. Di conferencia semanal en todos los barrios del país, en eso pasé 25 años de mi vida. La única herencia que dejo, y por lo que quiero ser recordado siempre, es solo por haber sido quien soy: Chito Asmar. No tengo preferencia ni por el deporte, ni por la literatura, ni el Derecho, todo para mí fue parte de mi vida, pero quiero lo que yo he sido, el Chito Asmar que todos conocen y que ha sabido ganarse el cariño de la gente. Acabo de cumplir 86 años, pero si Dios me lo permite, quisiera poder hacer un grupo de profesionales de Derecho para crear una escuela.
Fui presidente y miembro de la Junta Central Electoral. Cuando fui a desempeñar esas funciones ya yo había convertido mi oficina en una escuela de Derecho Penal para ayudar a las personas que no tienen para pagar abogados. Si Dios me lo permite y encuentro los dos o tres amigos que me quieran ayudar en eso, lo haré”.
Agradecido
Le agradezco a Dios que no haya permitido que en mi corazón surgiera un sentimiento negativo hacia nadie, ni odios, ni rencores. Al que me ha querido hacer daño, le pido a Dios que le dé salud y prosperidad.
Esposo
Voy a cumplir 58 años de casado. Dios me dio la mejor mujer que ha dado el mundo, y lo digo siempre; como Ana pueden aparecer muchas, pero mejor que ella no aparece una.
Tranquilo
Nunca me involucré en política. Mi papá decía que yo era el único hijo que le había salido pendejo. Él estuvo detenido 16 veces en la Torre del Homenaje”.
Solidario
No le he hecho daño a nadie en esta vida. Me mortifica cuando tengo que ayudar al otro y veo que las cosas no me están saliendo bien”.
Deportista
Fui supervisor de básquetbol, de boxeo, secretario del Comité Olímpico Dominicano. He participado en todos los deportes”.
Obras
Soy el creador de la Liga de Verano, fundador de la Escuela Dominicana de Árbitros. He estado presente en todos los conflictos deportivos del país”.