“Siempre me duele el estómago, me dan fuertes dolores de cabeza y en ocasiones creo que voy a desmayar. Me hicieron todo tipo de exámenes y no me encontraron nada.”Las personas que por lo general van el médico y les dan este diagnóstico, salen contentas por no tener nada. Sin embargo, no dan importancia a la segunda parte del mismo cuando la refieren a buscar ayuda con un profesional de la salud mental al que por lo general no acuden. Hago alusión a esto, para referirme al tema de la semana pasada en relación a las muertes por accidentes de tránsito que, dicho sea de paso, coincide con la aprobación de la importante nueva ley que regula el mismo.
La importancia de los efectos y secuelas psicológicas que dejan en las familias donde por imprudencia de otro se pierde en minutos la vida de un ser querido, son de magnitudes incalculables. Conducir un vehículo de motor es una gran responsabilidad, para la cual se deben tomar en cuenta la condición emocional de los individuos que van a transitar por calles y carreteras. Con solo salir a la calle, basta ver la agresividad con que se manifiestan los conductores, los cuales pareciera que salen a descargar sus problemas con quien se encuentran a su paso, con desafíos y a veces insultos como salvajes.
Los accidentes de tránsito que hemos visto en las principales carreteras, por lo general han sido ocasionados por imprudencia y, por ende, pudieron ser evitados. El tema es muy complejo, para lo que necesitamos iniciar una reevaluación urgente de la condición emocional de los conductores. Y qué no decir de los choferes de vehículos pesados responsables de los más trágicos accidentes. Hace unos años mi hija, de regreso en un taxi desde su trabajo, se accidentó porque el conductor distraído embistió una patana y, aunque las consecuencias pudieron ser peores, ella tuvo una fractura en una vértebra que le conllevó 6 meses acostada en una misma posición y más de un año en recuperación.
Estamos en el mejor momento para que, además de las leyes, se mida la condición psicológica de los individuos y, con ello, evitaremos grandes pérdidas de vida y traumas en los familiares de aquellos que ya no están por un accidente de tránsito.