El presidente Abinader tiene que entender a Inglehart cuando explica que la gente cambia de valores frecuentemente y eso los lleva a la adopción de nuevos estándares para evaluar los objetos políticos. Los políticos ya no son evaluados por su contribución a la prosperidad económica, y otros objetivos materiales, sino de acuerdo con si actúan o no responsablemente según esas nuevas demandas.

Abinader actuó con responsabilidad, pero no podía esperar flores cuando ya existe una costumbre en el país de protestar por el aumento de impuestos, que aprovechan grupos empresariales y políticos. Al presidente le toca generar confianza, comunicar mejor y recortar botellas.

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