Desde hace tiempo vengo defendiendo la idea de que las fuerzas opositoras, en especial el PLD, la FR y el PRD, deben pactar un gran acuerdo opositor que se presente con la mayor cantidad de candidaturas comunes a las elecciones tanto municipales, como congresionales y nacionales del 2024.

Eso no ha sido posible concretarlo hasta hoy día. Y parece sumamente difícil que pueda lograrse. En varios medios y en especial en el programa “El Sol de la Mañana”, donde diariamente realizo comentarios políticos, he estado afirmando que la posibilidad de concretar ese acuerdo, el cual ha estado siendo impulsado por el presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado, sólo será posible si las tres figuras principales de la oposición política, Leonel, Danilo y Abel, tienen la visión y la humildad de ceder para ganar.

Estoy convencido de que en República Dominicana no se ha concretado un gran pacto de la oposición por los egos y los odios que se anidan en esas tres figuras de la oposición. En Leonel, Danilo y Abel se presentan situaciones que se pueden explicar, pero jamás podrán justificar, que esos egos y odios se impongan al pragmatismo político y a la concertación de una alianza opositora.

En el caso de Leonel Fernández, que es la figura opositora que ahora mismo se perfila con mayor fuerza en las encuestas para ganar las elecciones, es quien debería tener el mayor interés de ese acuerdo. Pero su ego y su triunfalismo no le permiten ceder ante quienes dice que le trajeron a Quirino y le hicieron un supuesto fraude en la elección interna de octubre del 2019. El odio y los resentimientos, lógicos y hasta válidos, de Leonel, no le permiten ceder para ganar.

En el caso de Danilo Medina, como presidente y principal estratega del PLD, su interés y accionar se han concentrado en hacer que ese partido tenga un buen papel electoral y pueda quedar por encima de Leonel en la primera vuelta. A Danilo, quien siempre ha sido un hombre humilde, su ego le ha obnubilado un poco la visión política. Sus resentimientos y odios políticos contra Leonel, válidos y hasta justificados en parte, no le permiten ceder para ganar.

En el caso de Abel Martínez, es el líder opositor que tiene mayor presente y futuro político. Danilo ya no puede aspirar y después de estas elecciones, es casi seguro que Leonel ya no será opción presidencial. Por eso, es a Abel a quien le corresponde hacer el mayor esfuerzo para que se concrete esa Gran Alianza Opositora. Ante eso, debe actuar con humildad y no debe permitir que su ego y sus intereses personales se impongan. Debería saber ceder para poder ganar.

La lógica política y el sentido común indican que si Leonel, Danilo y Abel auspician y concretan una alianza entre el PLD y la FP, tienen todas las posibilidades de ganar ampliamente las elecciones municipales, congresionales y nacionales del 2024.

Esa alianza en el plano municipal podría ser en los 158 municipios y los 235 distritos, donde cada partido le toque el 50% de las candidaturas. O tal vez podría ser en las diez provincias que tienen el mayor número de electores, siempre con la proporción de 50% a cada partido, pues ninguno puede subestimar al otro. En el caso de los senadores, el acuerdo debería ser en las 32 provincias con 16 para cada uno y para las fuerzas aliadas que apoyen ese acuerdo PLD-FP.

En el caso de la candidatura presidencial, lo más conveniente sería un acuerdo de primera vuelta, pero por los egos y los intereses personales, es casi imposible que suceda. Ante eso, por lo menos desde ahora debería firmarse un acuerdo municipal y congresional de participación unificada y el compromiso de que, en caso de una segunda vuelta, quien quede en tercer lugar apoye a quien quede en segunda posición. Ese sería un buen mensaje de unidad que le daría fortaleza, confianza y credibilidad a la oposición.

Sé que esto que planteó es muy difícil que pueda concretarse, aunque confío en que Dios ilumine a Leonel, a Danilo y a Abel, y esos tres líderes opositores retomen el sentido de la historia y puedan vencer los egos, el odio y los intereses personales que les impide sentarse a pactar y concertar una Gran Alianza de Oposición, donde todos saldrían ganadores.

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