Una de las grandes incongruencias que afectan a los sistemas de justicia de la mayoría de los países en vías de desarrollo es la falta de equidad, justeza y valorización de los derechos del ciudadano común, sobre todo a la hora de hacer reclamos o pedir que el Estado le proteja y defienda.

Cuando el ciudadano común acude al sistema por las instancias primarias como agentes coercitivos o policías, Ministerio Público, inicia el viacrucis de su vida si no cuenta con recursos para pagar coimas a los intermediarios, porque simplemente su gestión no surte efecto, por lo que la delincuencia, que sí paga, siempre lleva la ventaja.

Los procesos penales, las audiencias de conciliación y otros procedimientos llamados a hacer más liviano el procedimiento judicial, siempre se estanca afectando generalmente al que menos puede y a quien no cuenta con algún padrino.

Esa lentitud en los procesos, sobre todo en los penales, y las pocas facilidades en las fases primarias que tienen los componentes del sistema, convierte en una odisea la búsqueda de acciones que apaguen su sed de justicia y que permitan la construcción de una sociedad más comprensiva y equilibrada con ese propósito.

Las fiscalías barriales y las denominadas casas de justicia no llenan realmente su cometido y, por el contrario, solo han servido de base para que la delincuencia encuentre apoyo en la comisión de sus actos y las acciones delictivas queden impunes por falta de una persecución basada en los valores éticos- morales que promuevan la convivencia pacífica.

El artículo 226 del Nuevo ordenamiento Procesal Penal es equilibrado en sus siete numerales, solo que esa incongruencia en la justa aplicación siempre lleva al 7, que contiene la figura de la prisión preventiva, sobre todo, en la complejidad de los procesos.

Esto ha motivado que el 80% de la población carcelaria del país sea preventiva y que la Justicia no encuentre en las leyes, ni en la vocación de los jueces, la forma efectiva de corregir el problema y suplir la sed de Justicia que agobia a la sociedad dominicana.

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