Miles de haitianos indocumentados están diseminados por toda la geografía nacional sin que las autoridades puedan localizarlos, porque llevan la vida de las lechuzas, es decir, se esconden de día y de noche regresan tranquilos a las casas donde viven protegidos por dueños de fincas que los mantienen a destajo en sus propiedades y por dominicanos que les rentan viviendas caras.

Y como los agentes de Migración no operan de noche y las autoridades locales, civiles, policiales y militares de hacen de la vista gorda, los grandes esfuerzos del Gobierno no cumplen su cometido, porque quienes deben aplicar la ley, casi siempre se lucran de esa situación.

Si el titular de Migración quiere hacer el trabajo, necesita someter a esos finqueros que tienen a cientos de ellos trabajando de noche y de día, sin cumplir con los requisitos de la Ley ni pagar al estado los impuestos requeridos, solo tiene que hacer como en otras naciones, buscarlos de noche y de día y cumplir con la deportación.

Pero esto no llena su cometido si primero no son sancionados y llevados a la Justicia esos finqueros, empresarios, criollos chinos y del propio Haiti, que tienen en sus fincas, tiendas y otros tipos de comercio a miles de haitianos que no aportan nada al fisco y lo consumen todo sin el menor sacrificio.

Hagan operativos en toda la Cordillera Central, esas grandes plazas chinas que se han abierto últimamente, en los Pica-Pollo, en la Hoz, las cordilleras Meridional y Septentrional, así como en cocinas de hoteles y pequeños restaurantes y verán que la intención encuentra causa y espacios para cumplirse.

Desfilan en cantidades que cansa contarlos cuando llega la noche camino a sus dormitorios seguros, pero antes de salir el sol, el escenario es el mismo, de regreso a la finca o negocio donde pasan los días bajo la sombra y fuera del alcance de las autoridades.

Sin embargo, las mujeres siguen pariendo a todo costo en los hospitales y los hombres reciben las atenciones de lugar bajo el principio de que todo ser humano tiene derecho a la atención médica gratuita y, como no pagan impuestos, patronos y trabajadores salen ganando a costa del Estado. Migración tiene una gran tarea.

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