En los últimas semanas y en los últimos tiempos, se producido acontecimientos muy dolorosos, que no tienen explicación y que llevan a muchas personas a querer culpar a Dio de esas situaciones negativas.
Terremotos en el mundo, muertes y asesinatos sin sentido ni razón, hambre, injusticias, todo ese panorama que acontece en este mundo perdido y dominado por el mal, algunos quieren poner a Dios como responsable. Y esa es una forma muy incorrecta de valorar y conocer a Dios.
La Biblia dice muy claramente que nada malo viene de Dios, que de Él solo recibimos todo lo bueno que nos da, y la ayuda para superar lo malo. En Santiago 1:17 dice la Biblia que “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación”.
Y eso es muy cierto. Todo lo bueno que tenemos proviene de lo alto, proviene de Dios, de nuestro Padre celestial que nos quiere bendecir. Si lo dudas sólo tienes que cerrar tus ojos y pensar por un momento todo lo bueno que has recibido mientras estás en esta vida. Pensar en todo lo que Dios te ha dado: piensa en tu salud, en tu cuerpo y cada uno de tus sentidos, en tus ojos, tus oídos, tu sentido del gusto, tus brazos, tus piernas para moverte, tus talentos, tu inteligencia tus habilidades, tu esposo o esposa, tu familia, tus amigos, tú hogar, tu trabajo, el alimento y el vestido que posees, el tiempo, en fin, todo lo que tienes. Cada una de esas cosas son regalos que Dios te ha dado para disfrutarlos, cuidarlos y aprovecharlos.
Sin embargo, muchos de nosotros no valoramos eso cuando nos sucede algo malo, lo cual nunca proviene de Dios. Pero ante cualquier dificultad nos convertimos en cuestionadores de Dios. Nos olvidamos de todo bueno que él nos da siempre y solo nos concentramos en lo malo que no está sucediendo. Los problemas e inconvenientes hacen que muchos pierdan la relación con Dios y empiecen a cuestionar su amor hacia todos nosotros. El apóstol Pablo dice en Filipenses 4:13 que debemos aprender a contentarnos cualquiera que sea nuestra situación, cuando estamos felices y cuando estamos tristes, cuando tenemos todo y cuando no tenemos nada. No solamente debemos dar gracias a Dios cuando disfrutamos las cosas buenas sino que cuando estamos en dificultades también debemos dar gracias sabiendo que nuestro Dios nunca nos abandona y que su misericordia es grande y eterna.
No olvidemos que debemos aprender a contentarnos cualquiera que sea nuestra situación. Si podemos pensar que Dios es soberano, que sigue teniendo todo bajo control, que Él no cambia en lo más mínimo, que todo lo que a dicho en Su Palabra lo va a cumplir, por lo que podemos estar totalmente seguros que cualquiera que sea la situación por las que nos permita pasar, siempre será para fortalecernos en Él.
Tengamos presente que, tal y como dice Romanos 8:28: “… sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Oigan lo bien: A los que amamos a Dios y estamos conformes a su propósito, todo nos será para bien, aunque momentáneamente nos parezca mal. Nuestra fe es la gran diferencia.