Las aventuras expansionistas del imperio que surge durante el siglo XIX se inician con la creación de la República de Texas en parte del estado mexicano de Coahuila y luego su conversión a estado norteamericano con la adición de terrenos pertenecientes a lo estados mexicanos de Tamaulipas, Chihuahua y Nuevo México. Agresiones posteriores a México convirtieron en norteamericanas totalidad de los actuales estados de California, Nevada y Utah, partes de Arizona (excluyendo la región de la Venta de La Mesilla), Colorado (al oeste de la antigua República de Texas), Nuevo México (al oeste del río Bravo y excluyendo la Venta de La Mesilla), Wyoming (al oeste de la antigua República de Texas y al sur del paralelo 42), Oklahoma y Kansas (la parte que hace frontera con la antigua República de Texas).
Los intentos de expansión territorial continuaron a manos de filibusteros norteamericanos que ocuparon territorios fronterizos con los Estados Unidos y en Centroamérica, mientras se negociaba la anexión de la República Dominicana y se esperaba el triunfo de los independentistas cubanos para la ocupación militar de Cuba. Máximo Gómez, dolido por tal traidora ocupación anotó la siguiente queja en su Diario de Campaña: “Nada más racional y justo, que el dueño de una casa, sea él mismo que la va a vivir con su familia, el que la amueble y adorne a su satisfacción y gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino. De todas estas consideraciones se me antoja creer que, no puede haber en Cuba verdadera paz moral, que es la que necesitan los pueblos para su dicha y ventura; mientras dure el Gobierno transitorio, impuesto por la fuerza dimanante de un Poder extranjero y por tanto ilegítimo, e incompatible con los principios que el País entero ha venido sustentando tanto tiempo y en defensa de los cuales se ha sacrificado la mitad de sus hijos y desaparecido todas sus riquezas”.
“Tan natural y grande es el disgusto y el apenamiento que se siente en toda la Isla, que apenas y como no es realmente el Pueblo; ha podido expansionarse celebrando el triunfo de la cesación del Poder de sus antiguos dominadores”.
“Tristes se han ido ellos y tristes hemos quedado nosotros; porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba con la Paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles, con los cuales nos encontramos siempre frente a frente en los campos de batalla; pero la palabra, Paz y Libertad, no debía inspirar más que amor y fraternidad, en la mañana de la concordia entre los encarnizados combatientes de la víspera. Pero los Americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores; y no supieron endulzar la pena de los vencidos”. “La situación pues, que se le ha creado a este Pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía”.