Después de haber acelerado su crecimiento, diversificado y modernizado parcialmente sus economías y, con esto, haber superado los niveles de ingresos bajos y la pobreza extrema generalizada, un importante número de países en desarrollo no han logrado dar el salto para convertirse en economías plenamente desarrolladas.

Un grupo, muchos de América Latina y el Caribe, registra un estancamiento prolongando y se encuentran en lo que se conoce como la trampa del ingreso medio; otros corren el riesgo de caer en igual situación. La República Dominicana podría ser uno de los ellos si no logramos impulsar las transformaciones necesarias para acelerar el crecimiento y avanzar hacia la transformación y modernización productiva generalizada.

Para lograr eso hay que mantener y/o crear un conjunto de condiciones generales que facilitan la inversión, el aprendizaje, la transformación tecnológica y el crecimiento.

Condiciones macroeconómicas

Son necesarias condiciones macroeconómicas, las cuales no se limitan a la estabilidad fiscal y de precios. La economía debe crecer a ritmos razonables. Para esto, la política monetaria y el mercado financiero deben facilitar el acceso generalizado al crédito en términos razonables. Esto es lo que permite que las inversiones se concreten.

Además, al tiempo que garantiza balances adecuados, el fisco debe tener la capacidad de responder frente a choques, contribuir a sostener el gasto público y crecimiento. De allí la importancia de contar con un fisco capaz de recaudar lo suficiente.

Infraestructuras, instituciones y capacidades tecnológicas

También son necesarias infraestructuras básicas adecuadas que apoyen la inversión y el funcionamiento económico. Las infraestructuras energéticas, hídricas, viales, digitales, portuarias y aeroportuarias son algunas de las más críticas. Aunque éstas dependen principalmente de la capacidad fiscal para financiarlas, se pueden explorar esquemas novedosos de financiamiento privado que garanticen el bien común.

Las condiciones institucionales son igualmente esenciales. Una justicia que dirima conflictos y sancione delitos con efectividad, procesos políticos medianamente democráticos y abiertos y un Estado que actúe con imparcialidad, transparencia y oportunidad son piezas críticas para generar confianza y facilitar inversiones.

Además, hay que contar con capacidades tecnológicas mínimas sobre las que las empresas puedan operar y desarrollarse. Esto supone, principalmente, una dotación de capital humano y un sistema educativo y de ciencia y tecnología capaces de proveer al menos lo esencial para que un número crítico de actividades económicas logren incorporar tecnología y, eventualmente, innovar.

Mercado de trabajo

Por último, para el crecimiento son necesarias ciertas condiciones en el mercado laboral. Dos de estas son una adecuada regulación y la protección de los derechos laboral y grados de flexibilidad laboral que permita despidos y contrataciones más o menos fluidas.

Pero también requiere que la población laboral, además de tener capacidades, crezca continuamente. En un contexto en el que la población en edad de trabajar crece cada vez menos, hay que incentivar la participación laboral de segmentos de población menos activas como las mujeres. Para esto, un arma potente es un efectivo sistema de cuidados para la población infantil, envejeciente dependiente y con discapacidad que descargue de los hombros exclusivos de las mujeres esas tareas y las socialice.

Además de esas condiciones generales, para salir o no caer en la trampa del ingreso medio y para acelerar la transformación productiva, se necesitan objetivos e intervenciones específicas en sectores seleccionados que impulsen los cambios en la dirección deseada.

Propongo ideas en cuatro sectores de la economía dominicana los cuales, por su participación actual en el PIB y el empleo y por su contribución al crecimiento, merecen atención particular.

Agricultura y agroindustria

La agricultura debe formar parte del impulso por crecer más y mejor. El futuro de este sector está indisolublemente ligado a la manufactura a través del procesamiento, aún sea éste tan básico como la limpieza, el corte y el empaque. Es por esto por lo que la vinculación entre productores y empresas agroindustriales es fundamental.

En ese tenor, hay que fortalecer cadenas agroindustriales específicas que tengan potencial de transformación y de incremento rápido en la productividad y la competitividad internacional, que integren a los pequeños productores a ellas e incorporen al sector privado, especialmente en el procesamiento. Diversas investigaciones sugieren algunas de ellas como cacao, vegetales diversos, aguacate, piña y mango, a las que hay que sumar las de alto peso como el arroz y las musáceas.

El esfuerzo debe empezar por vencer las barreras que enfrenta la pequeña producción agropecuaria para incrementar su productividad y rentabilidad: acceso a agua, a tecnologías, a crédito y a mercados. Para esto, el apoyo público es indispensable, debe trascender la facilitación de crédito y debe poner mucha más atención en el aprendizaje tecnológico como la gestión sostenible y eficiente del agua y del suelo, la adopción de nuevas variedades de cultivos de mayores rendimientos y más resistentes y la organización de éstos para una relación más ventajosas en los mercados.

En el centro de esto está una fuerza de trabajo con muchas más habilidades y destrezas, lo que implica una con más formación y conocimiento y con más capacidad para aprender, adoptar y adaptar técnicas agrícolas modernas y sostenibles.

Industrias locales y de zonas francas

Estamos obligados a dar saltos cualitativos en materia de zonas francas, mucho más veloces y largos que los que se dieron al pasar de la actividad textil a las actuales de dispositivos médicos, eléctricos, electrónicos y de producción de cigarros.

Esto significa empezar a participar en nuevas cadenas globales de valor, que implican procesos tecnológicos más complejos, como las de semiconductores (ya priorizada por el gobierno) y las de autopartes, pero también a apostar por incorporar procesos tecnológicamente más complejos en las actividades en las que ya participamos como las de dispositivos médicos y electrónicos.

Junto a esto, hay que dar pasos mucho más decididos para poner a la industria local en capacidad de ser proveedora confiable de insumos y materiales a las zonas francas. Se necesita un programa robusto público-privado-académico que remueva obstáculos y que promueva el fortalecimiento de los encadenamientos productivos en actividades y subactividades específicas.

En términos amplios, para acelerar las actividades de zonas francas y dar saltos en sus exportaciones, en la intensidad tecnológica de sus procesos y en la calidad y cantidad de sus empleos, es necesario crear ecosistemas atractivos para este tipo de inversiones de mucha más calidad. Eso implica infraestructura de mucha más calidad que la que estamos acostumbrados, mucha más gente capacitada para trabajar y aprender y proveedores domésticos más capaces. Es ese tipo de ecosistemas lo que gatillaría esas inversiones. Con ello, las exportaciones serían una fuerza motora del crecimiento y del empleo de calidad mucho más potente que en la actualidad.

Construcción y turismo

La construcción ha sido una actividad líder del crecimiento en la última década y media. Para crecer más, es necesario facilitar la expansión de esta actividad bajo un esquema de ordenamiento territorial adecuado. La expansión requiere de condiciones financieras más adecuadas (acceso a y costo del crédito), mientras que el ordenamiento territorial le da la racionalidad espacial que necesita.

Además, se requiere superar el atraso tecnológico de la actividad que es en parte explicado por el bajo coste laboral. La modernización tecnológica requiere de aprendizajes generalizados y la adquisición de equipamiento. El resultado no sólo sería menores costos totales sino también empleos de más calidad.

Del turismo, otro sector líder, debemos procurar capturar más valor de la cadena internacional de la actividad que el que actualmente capturamos. Esto requiere de una oferta de más calidad y mayor precio, encadenamientos aún más fuertes con proveedores locales y profundizar lo que se ha venido haciendo en materia de diversificación de destinos y de oferta.

Otra vez, la educación y el entrenamiento aparecen como elementos críticos para lograr eso. Los efectos en el crecimiento y el empleo de un esfuerzo de este tipo son obvios.

En síntesis, para evitar la trampa del ingreso medio se necesita no sólo remover los obstáculos a los que se enfrentan actualmente las actividades para expandirse horizontalmente sino también aquellos que les limita su transformación cualitativa y su aprendizaje y escalamiento tecnológico.

Este es el tipo de visión que debe primar a la hora de orientar los esfuerzos en materia productiva para crear una sociedad de bienestar.

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