El hecho político más comentado el fin de semana fue la coincidencia del presidente Luis Abinader y el expresidente Danilo Medina en el velatorio de la madre de Temístocles Montás. La señora Mercedes Domínguez además de madre de Temo, fue la progenitora de José Montás, alcalde de San Cristóbal por el PRM. Por tanto, los líderes de ambos partidos tenían razón para acudir al funeral.
La lectura que se ha dado al hecho, es que se quiso enviar un mensaje. Porque nadie cree que un presidente llega por sorpresa a un lugar por el protocolo de seguridad que implica. Lo mismo aplica para un expresidente. Pero ¿Cuál es el mensaje y dirigido a quién o quiénes?
Si es a los peledeístas, Danilo tendrá que explicar bien su táctica. Resulta que a lo interno de los morados se ha propagado la idea que las diferencias entre algunos cercanos colaboradores del expresidente y sus excompañeros ahora en la Fuerza del Pueblo, aún se mantienen. Incluso se ha dicho que ante una coyuntura electoral que no le favorezca para volver al poder, podrían hacer pactos de esos que no se publican, ni se publicitan, ni se hacen actos rimbombantes, para favorecer al PRM.
Si el mensaje es al PRM, depende del cristal con que se mire para saber si resulta favorable. Si es desde el punto de vista de entendimientos políticos, es a cambio de algo, pues en política se dan apoyos a créditos, pero no regalos. Entonces falta por ver a cambio de qué. Aunque el PLD ha respondido con contundencia el discurso de Abinader, Medina no ha dicho nada, a pesar que es la figura de mayor peso de opinión pública en la organización.
Un mensaje también tienen las imágenes. El rostro del presidente Abinader no luce que se sintiera cómodo, Medina tiene mascarilla y no se aprecia el lenguaje corporal.
Algo que llamó la atención sobre la muerte de la madre de los Montás, es que Leonel Fernández no expresó solidaridad, al menos no públicamente, como suele hacer.
De los tres mosqueteros del éxito electoral del PLD, Leonel, Danilo y Temo, los hechos ponen cada vez más claro que de eso no queda nada, y que de todos para uno y uno para todos, pasó a dos contra uno.