La FP está en un trance similar al que vivió el Partido Demócrata en Estados Unidos en el pasado proceso electoral, cuando entendió necesitaba sustituir al presidente Joe Biden en la candidatura presidencial por las limitaciones que mostró en la campaña para llevar a feliz término el proyecto de ganar las elecciones recientes, el pasado 5 de noviembre.

A los demócratas se les hizo tarde para tomar esa decisión y creo que mantener a Biden en la competencia era lo menos malo para el partido de gobierno en Estados Unidos, que desarrolló una de las peores campañas políticas que se ha visto en los procesos electorales recientes.

Resulta que, guardando las diferencias entre un caso y otro, la FP está en un trance en el proceso de elección de sus autoridades pautado para los primeros días de abril del próximo año. De los tres cargos más relevantes, la presidencia, vicepresidencia y secretaría general, los dos primeros, que ocupan Leonel Fernández y Radhamés Jiménez, repiten por aclamación porque es lo que se siente cuando se toma el pulso al ánimo a lo interno del partido de oposición.

El trance está con el secretario general, Antonio Florián (Peñita). Del antiguo Partido de los Trabajadores (PTD) fue de los dirigentes que accedió a un acuerdo con el grupo que salió del PLD (en la práctica expulsado) para desde esa plataforma darle el espacio que Leonel y sus seguidores necesitaban en el momento más difícil de su carrera política. Una acción de esa magnitud para hombre de la nobleza de Leonel se sabe que lo compromete a proteger el honor y el respeto hacia la figura de Peñita y otros dirigentes del PTD.

El problema es que si Peñita compite por la secretaría general se expone a una derrota y ese escenario debe evitarse. Otra posibilidad sería desmontar otros aspirantes para facilitar que Peñita se mantenga en el cargo, pero esa opción choca con la visión de la mayoría de dirigentes y miembros de la FP, que entienden que ese partido debe tener un nuevo secretario general.

La salida al trance la tiene Peñita. Cuando la mayoría de los dirigentes demócratas entendió que la candidatura de Biden era un obstáculo para una victoria electoral, él se quitó. Los demócratas perdieron, pero Biden salvó su honor.

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