A propósito que hoy vence el plazo que la JCE le dio a los partidos políticos para cesar en actividades como mítines, marchas y caravanas y para que retiren propagandas como afiches y vallas que invaden las calles y avenidas de todo el país, es bueno recordar otro tipo de contaminación política, mucho más dañina para la sociedad.

Fijar posición sobre temas políticos es un negocio, al parecer rentable, pues el alquiler de opinión al gobierno de turno, es una oferta a la orden del día. Por eso se observa, lee y escucha las argumentaciones más absurdas para defender lo indefendible. También silencios estruendosos sobre temas importantes para el país.

La política comercial ha contaminado todos los estamentos, y no es que sea pecado tener preferencias políticas, todo el mundo las tiene. El daño está en el descaro con que los mismos actores se acomodan a cada gobierno de turno sin ningún sonrojo.

El caso que más sobresale es el de los sindicalistas que estaban alineados con la reelección de Danilo Medina en 2016; en 2020, apoyaron a Gonzalo Castillo y ahora lanzaron el movimiento “trabajadores con Luis”. Figuras de medios y redes hacen lo mismo, lo peor es que se sienten con la autoridad moral para criticar que “aquí la gente vota por un pica pollo y 500 pesos”.

Los más desvergonzados se atreven a decir que quienes exigen que se explique qué provocó la tragedia de San Cristóbal que dejó 33 muertos, lo hacen por razones políticas. En esa línea el silencio estruendoso habla de gente que marchó por el “fin de la impunidad y la corrupción”. No dicen nada de 33 fallecidos en San Cristóbal y 12 en Licey al Medio en 2020, por explosiones.

Posted in La PizarraEtiquetas

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas