Latinoamérica estaría en la antesala de la reconfiguración de los principales ámbitos estratégicos de los países a donde se reorientaría la migración, como efecto directo de las medidas de control migratorio dispuestas por el presidente estadounidense, Donald Trump, enfocadas en la identificación y persecución para fines de deportación de los migrantes irregulares; y la suspensión de la extensión del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que beneficiaba a venezolanos, haitianos y cubanos.

Los países de mediana y alta rentabilidad económica, así como aquellos con mejores condiciones que sus países vecinos en América Latina y el Caribe serían los receptores de esta migración, atendiendo a factores que nos proponemos analizar.

En México ya hay taponamiento en la frontera sur, debido a la inmensa cantidad de migrantes latinoamericanos y caribeños que utilizaron diferentes rutas para llegar a ese territorio vecino con Estados Unidos, que era su destino final hasta hace poco. El riesgo de que se produzca una crisis humanitaria es una realidad, porque muchos viven hacinados en los albergues, donde se han presentado casos de desnutrición, enfermedades gastrointestinales y otras de fácil contagio.

Como suele suceder en estos casos, resuenan las denuncias de la proliferación del comercio sexual, el secuestro y la extorsión por parte de organizaciones criminales, que saben sacar ventaja de la desesperación, la incertidumbre y la miseria de estos migrantes, a quienes intentan convencer a través de redes sociales como TikTok, de que pueden aventurarse a cruzar la frontera por pasos y rutas improvisadas, representando un mayor riesgo para los indocumentados y el incremento del costo del traslado por parte de los traficantes.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) está dando apoyo económico y otras ayudas a los que han buscado asistencia al quedarse varados y con dificultades ya sea para retornar a su país de origen o para mantenerse en las comunidades fronterizas de México, reportando que este “Se ubica entre los cinco países con mayor número de nuevas solicitudes de asilo a nivel mundial; en 2023 los haitianos lideraron dicha estadística”.

El ACNUR y Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s) tienen entre sus retos procurar una mayor visibilidad e inclusión laboral de estos inmigrantes, lo que atenuaría en cierta medida el drama humano que acompaña a cada historia. De acuerdo a informaciones ofrecidas por la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), los cubanos, venezolanos y centroamericanos son los que están sometiendo más solicitudes de asilo, sobre todo en Tapachula, la ciudad que estaría acogiendo la mayor cantidad de indocumentados.

En el caso de Panamá, el intenso, fluido y cotidiano corredor migratorio que se estableció por la selva del Darién ha caído en picada drásticamente, por lo que el presidente José Raúl Mulino autorizó el cierre de los centros migratorios, una medida que lo beneficia en lo político, porque durante la campaña electoral una de sus promesas fue cerrar esa ruta, por la que habrían cruzado alrededor de un millón de indocumentados en su trayecto hacia Estados Unidos, de acuerdo a estimaciones de organismos que abordan el tema.

Ahora toma interés en ese país otra arista de la problemática, y es que la migración irregular se produzca a la inversa, si algunos deciden utilizar el Darién para regresar a sus naciones de origen o conectar con otras suramericanas.

Otro punto a destacar, es que Panamá, Guatemala y Costa Rica aceptaron fungir de puentes para los indocumentados deportados desde Estados Unidos. El primero de estos países recibió en febrero pasado 299 deportados, en mayor medida asiáticos, algunos de los cuales aceptaron su repatriación y otros permanecen en un albergue en la provincia del Darién, según autoridades panameñas, que han expresado la necesidad de liberarlos ante denuncias y presiones por supuestas violaciones a las leyes nacionales e internacionales.

Chile sería uno de los países que mayor recepción de indocumentados continuarían registrando. Aunque casi no trasciende mediáticamente en la actualidad, es un fenómeno que se mantiene y con el que viene lidiando desde 2010, con la llegada masiva de haitianos tras el terremoto, y de venezolanos, que constituyen la mayor cantidad de inmigrantes en esa nación, tras la crisis política iniciada en 2014.

Desde la perspectiva nuestra, lo atinado es ir preparándonos ante el impacto que podría representar la deportación de medio millón de nacionales haitianos desde los Estados Unidos, a partir del venidero agosto, como resultado de la suspensión del TPS.

La presión migratoria se mantendrá como un desafío a enfrentar por las autoridades nacionales, pues existe una realidad inminente y es que los haitianos nos perciben como el espacio natural al que más fácil pueden llegar, por las características de nuestras fronteras, con los riesgos que esto representa para la seguridad interior y la salud, entre otros temas no menos importantes para garantizar la estabilidad y el desarrollo nacional.

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