Hoy lunes, los líderes políticos de todo el mundo se reunirán en la ciudad de New York para la esperada Cumbre del Clima, la cual viene a ser la reunión climática más importante después de la XXI Conferencia sobre Cambio Climático (COP 21) celebrada en París en diciembre de 2015 y donde los 195 países presentes acordaron reducir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) resultantes del consumo de combustibles fósiles como petróleo, gas natural y carbón mineral utilizados para la industria eléctrica y para los diferentes sistemas de transporte, facilitando que nuestra industrializada sociedad hoy emita anualmente cerca de 35 gigatoneladas de CO2 que van hasta la atmósfera y aumentan la concentración de CO2 hasta un nivel actual de 415 partes por millón (ppm), lo que ha motivado que parte de la radiación que cada día nos llega desde el Sol quede atrapada en nuestro planeta y genere un calentamiento global que ha provocado que desde el año 2014 hasta el presente año 2019 cada año haya marcado un récord de altas temperaturas, por lo que hoy estamos viviendo la década más calurosa de los últimos 200 años, con una tendencia ascendente que debemos frenar urgentemente para reducir las terribles consecuencias negativas que ya son más que evidentes, y que para el año 2050 serían catastróficas.
Y es que el cambio climático esta produciendo largas y duras sequías regionales que reducen el suministro de agua para canales de riego y consecuentemente reducen la producción de alimentos, lo cual pone en riesgo la seguridad alimentaria y la estabilidad política; las sequías reducen el suministro de agua para acueductos y estropean la agenda diaria de hogares e industrias; el cambio climático genera terribles olas de calor que provocan más muertes por infartos, por accidentes cerebrovasculares, y por otras fallas asociadas a la hipertensión arterial, pues la presión es directamente proporcional a la temperatura, lo que significa que si sube la temperatura ambiental sube la temperatura corporal y sube la presión arterial; y, lo que es más preocupante, el cambio climático está incrementando las temperaturas de la superficie del mar, lo que genera mayor cantidad de vapor de agua que contribuye a generar huracanes cada día más poderosos, como Harvey (2017), Irma (2017), María (2017) y Dorian (2019), los cuales totalizaron pérdidas económicas cercanas a 400 mil millones de dólares, con tendencia a que cada día los desastres asociados a fenómenos meteorológicos sean peores, tal y como acaba de ocurrir en las islas Bahamas por el impacto del poderoso huracán Dorian, cuya rápida evolución hasta alcanzar el tope de la categoría 5 de la escala Saffir-Simpson, con vientos máximos sostenidos de 297 kilómetros por hora, previo a su llegada a las Bahamas, demuestra que el cambio climático es una realidad que golpea fuertemente a nuestra sociedad.
Es por esa amenaza que este pasado viernes, como alerta para la Cumbre Climática que se inicia hoy lunes, cientos de miles de estudiantes se congregaron en New York, Berlín, Washington, México, Sídney, São Paulo, París, Bruselas, Dinamarca, Finlandia, Londres y Johannesburgo, para exigir medidas urgentes para detener la catástrofe ambiental climática que han heredado de nosotros, levantando la consigna: “Si nadie actúa lo haremos nosotros”, confirmando que los jóvenes de hoy están más claros que muchos ambientalistas tradicionales que siempre han entendido, erróneamente, que el principal problema ambiental mundial es la minería, cuando en realidad el principal problema ambiental es el cambio climático, y por eso han programado más de 5,000 actos en 156 países que concluirán este viernes 27 con una huelga mundial en la que participarán estudiantes y entidades de la sociedad civil.
Y es que los informes presentados por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), advirtiéndonos que estamos obligados a reducir nuestras emisiones de CO2, no han sido bien entendidos por el liderazgo político mundial, pues reducir emisiones de gases resultantes del uso de combustibles fósiles no implica obligatoriamente reducir el consumo de combustibles fósiles, porque si bien es cierto que reducir el consumo de combustibles fósiles reduce las emisiones, principalmente si reducimos el uso de los combustibles que emiten los mayores niveles de gases de efecto invernadero, como el carbón mineral y el gasoil, también debemos considerar que el desarrollo de nuevas tecnologías permite mejorar la eficiencia de los sistemas de combustión, lo que, sumado al uso de catalizadores y otros sistemas de captura de carbono, reduce las emisiones de gases que contribuyen al calentamiento global, y en esa ruta de nuevas tecnologías es que debe caminar la sociedad de hoy, pues mientras existan combustibles fósiles serán utilizados como fuentes de energía, porque al día de hoy el 63% de la energía mundial depende de combustibles fósiles, el 26% procede de fuentes renovables y el 11% es energía nuclear.