Como el relleno del sándwich, aprisionado por la clase alta y sobre la baja, ese jamón y queso sin el cual el resto solo fuera tostadas. En el medio, como esa mitad de un algo incompleto que no es lo uno ni lo otro, si no, todo lo contrario, entre el vaso casi lleno y casi vacío. Ubicado en el punto exacto de lo mejor y lo peor de los dos mundos, ni tan rico como para hacer planes sin temor de los costos ni tan pobre como para no tenerlos en absoluto.

Es la masa consumidora, que va a su trabajo cada día porque su ingreso se necesita en la casa y cuyo sueldo es inocultable para el fisco. El que recurre al financiamiento porque de otra manera no puede acceder a grandes bienes, el que ahorra el año completo para viajar al extranjero, el que mes tras mes paga sus cuentas y no le sobra un centavo. Sufre el padecimiento de ser invisible porque es un estrato social resiliente y batallador que acude al pluriempleo, si fuera necesario, para mantenerse a flote, por lo que no necesita planes sociales. Es regularmente silente -a menos que abrace una causa por convicción- porque la mayoría de las veces pierde las esperanzas de luchar por algún cambio. Es la voz que clama en el desierto, sabe que sobrevivirá aún en las peores circunstancias al alto costo de la vida, a las enfermedades que desnivelan su presupuesto y a los avatares que ponen diariamente a prueba su subsistencia.

No tiene necesidades tan perentorias como para considerarse paupérrimo, aunque a veces bordee ese rango. No es el pudiente que aporta a granel a la producción nacional, aun tuviera participación en su construcción con su capital de trabajo. Es un equilibrista que, frente algún soplo de un imprevisto económico, puede pasar a engrosar el precipicio de los menos pudientes, pero, igual, se aferra a su rango superior al de los desposeídos porque se siente pertenecer a una casta exclusiva que tiene vehículo y casa propios (aunque todavía los deba al banco).

Es el que acude a los servicios de educación, seguridad y salud privados y por más que proteste por su encarecimiento, no los abandonará. Ve a los de arriba como su aspiración y a los de abajo con pena y temor de ser parte de ellos. Clase media, trepadora, emprendedora, oprimida y valiente de la que formamos parte prácticamente todos, los más numerosos, a la vez que los más ignorados y sacrificados porque se sabe no nos hundiremos al estar, ni abajo ni arriba, si no, justo en el medio.

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