Y todavía se recuerda que era un hombre no muy alto. Que tenía la cara huesuda y los ojos negros y profundos. Que el color de su piel era un poco tostado (porque el sol quema a todos por igual). Que vestía como se pudiera, porque era proletario. Que, para mayor agravante, se dio a la tarea de promover entre esos pueblos la liberación nacional contra el imperialismo de entonces. Que hizo toda una mística para dar buen cumplimiento a su afán subversivo. Que era un hombre sobrio, a tal grado, que los días de fiesta de vino no pasaba. Pero bueno, ¿alguien de ustedes sabe si alguna vez ese hombre celebró ser el único hijo de Dios?