La ansiedad, la depresión, el estrés… ahhh, el estrés. Estas condiciones se vuelven amigas silentes de muchos de nosotros hoy en día, tan tan cercanos, que aprendemos a convivir con ellos y a convencernos de que su presencia en nuestras vidas es normal y que estamos bien.
Pareciera que admitir que algo nos afecta mental o emocionalmente y que requerimos ayuda profesional, está mal visto o nos hiciera seres débiles socialmente, y no, no está mal aceptar que no estamos bien. No me refiero a acomodarnos en estar mal, sino a entender que estarlo no es el final y que podemos salir de allí.
Estamos tan acostumbrados a creer que siempre tenemos que estar bien, sobre todo cuando tenemos a otras personas que dependen de nosotros. Sin embargo, esto no es nada realista, es como si quisiéramos ocultar un elefante bajo la mesita de la sala. Nuestro cuerpo eventualmente hablará, porque si, no solo las enfermedades físicas se notan, las emocionales y mentales igualmente.
Sentirnos mal, tristes, agobiados, estresados o ansiosos, es completamente normal y pedir ayuda no solo está bien, sino que es lo correcto. La psicóloga Raquel Rodríguez Corté, establece que pedir ayuda no es fácil y de hecho denota un acto de valentía.
“Experimentar todos estos sentimientos está bien y es algo natural. Eso sí, debemos tener en cuenta que estos sentimientos negativos no deberían dominar nunca nuestra vida. En el momento en el que pasamos de poder controlarlos a no poder, se convierten en un problema que, en la mayoría de los casos, necesitará la intervención de un profesional”, establece la profesional en un escrito para Psiquion.com.
Ya es momento de dejar atrás la poco inteligente frase de que “los psicólogos son para los locos”, pedir ayuda no es de locos, al contrario, es de aquellos que han entendido la importancia de un equilibrio mental y emocional para poder ser entes sociales funcionales.
Estaa bien no estar bien, esta bien saber que no estamos bien y accionar para cambiar eso.