En fecha 12 de diciembre de 2013 publicamos en este diario elCaribe un artículo titulado: ¿De dónde vino el agua?, y en fecha 17 de noviembre de 2014 publicamos otro artículo titulado: El origen del agua, en los cuales decíamos que algunos astrónomos y algunos geólogos planetarios consideran que el agua llegó desde el espacio exterior en asteroides y meteoritos que impactaron la Tierra desde hace 4,567 millones de años, y también en cometas que orbitan en nuestro sistema solar, porque está demostrado que cometas, meteoritos y asteroides contienen moléculas de agua, y en tal virtud ese criterio ha sido oficialmente asumido por la Agencia Aeronáutica y Espacial de Estados Unidos (NASA), la que se dedica a la exploración espacial desde el año 1958.
Como estamos en desacuerdo con ese planteamiento asumido por la NASA, en ambos artículos preguntábamos: “¿por qué el agua contenida en meteoritos y asteroides no se evaporó al entrar a la atmósfera terrestre, si la temperatura de fricción de entrada suave puede alcanzar 1,400°C, y la temperatura de entrada violenta puede llegar hasta 15,000°C?, si todos sabemos que el agua se evapora a 100°C a una presión de una atmósfera (1,013 milibares); preguntando adicionalmente: ¿cómo lograron las moléculas de agua multiplicarse aquí en la Tierra, si las moléculas de agua no se multiplican por sí solas?, y procediendo a cerrar el cuestionario con una última pregunta: ¿por qué entonces no hay abundante agua en Marte, ni en la Luna, si ambos cuerpos del sistema solar también han recibido millones de impactos de meteoritos y asteroides?
Y es que durante más de una década hemos planteado que la realidad geocientífica es que el agua tuvo su origen en las erupciones volcánicas propias de cada planeta rocoso de núcleo activo, y la Tierra, junto a Mercurio, Venus y Marte, son los 4 planetas rocosos de nuestro sistema solar, donde el magma original incandescente, con temperaturas de hasta 6,000°C, y muy altas presiones internas, produce reacciones entre átomos que forman diferentes moléculas que se transforman en minerales y en gases que salen hasta la superficie del planeta, formando las rocas y los minerales de la corteza, y la atmósfera del planeta.
Aquí en la Tierra, grandes erupciones volcánicas del pasado geológico formaron extensos cinturones volcánicos y emitieron los gases que formaron nuestra atmósfera primaria, principalmente: vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2) y dióxido de azufre (SO2), sugiriendo que los átomos de hidrógeno y de oxígeno que dieron origen a las moléculas de agua (H2O) de nuestro planeta estaban presentes en rocas y minerales originales del interior de nuestro planeta, y salieron hasta la superficie gracias a esas erupciones volcánicas ocurridas durante los pasados 4,567 millones de años, y se mantienen saliendo desde el interior de la Tierra gracias a que nuestro planeta es el único de nuestro sistema solar que se mantiene internamente incandescente. La fórmula química del mineral hornblenda, uno de los anfíboles de las profundidades de la Tierra es: Ca2(Mg, Fe, Al)5(Al, Si)8O22(OH)2, mientras la fórmula química del mineral muscovita, una mica muy común en rocas graníticas profundas es: KAl2(AlSi3O10)(OH)2, observándose en ambas fórmulas químicas la presencia de átomos de hidrógeno y de oxígeno que definen moléculas de agua presentes en las estructuras moleculares de esos minerales de origen profundo, siendo ese el origen del vapor de agua que sale a la atmósfera a través de las erupciones volcánicas, vapor que luego se condensa gracias a las bajas temperaturas existentes en la troposfera, y que luego cae en forma de lluvia gracias a la fuerza de la gravedad, y esas lluvias son las que forman los ríos, los lagos, los acuíferos subterráneos y los mares.
Cuatro años después de nuestros artículos, Graham Pearson, de la Universidad de Alberta, Canadá, y experto en piedras preciosas, analizó, junto a un equipo de científicos internacionales, un raro diamante que contenía mineral de ringwoodita, descubriendo que el mineral se había formado en las profundidades de la Tierra y contenía 1.5% de agua, concluyendo que enormes cantidades de agua se encuentran a una profundidad de 410 a 660 kilómetros bajo la superficie de la Tierra, entre el manto superior e inferior, estimando que esa zona de transición interior terrestre podría contener tanta agua como todos los océanos juntos de nuestro planeta.
Ahora, un equipo científico liderado por Laurette Piani, del Centro francés de Investigaciones Petrográficas y Geoquímicas, midió el contenido de hidrógeno y la relación deuterio/hidrógeno en 13 meteoritos, descubriendo que contienen mucho más hidrógeno del que se suponía, y que la relación deuterio/hidrógeno y las composiciones de isótopos de nitrógeno de las muestras analizadas “se alinean estrechamente con las del manto de la Tierra”, apoyando las afirmaciones de que los orígenes del agua están dentro de las rocas a partir de las cuales se construyó originalmente el planeta, y que “podrían haber suministrado suficiente hidrógeno a la proto-Tierra en crecimiento para proporcionar al menos tres veces la cantidad de agua que existe en los océanos actuales”.
Cada día se confirma que el agua de la Tierra se formó a partir del vapor de agua que salió desde el interior de la Tierra a través de las erupciones volcánicas, y que ese volumen tan grande nunca pudo llegar desde el espacio exterior.