El 25 de septiembre de 1963, un gobierno constitucional, elegido sin fraudes, centrado en los intereses nacionales, identificado con las necesidades del pueblo, fue derrocado por un golpe militar, lo que generó una firme reacción de la parte más sana de nuestra república.
“Retorno a la constitucionalidad de 1963 sin elecciones”, fue la consigna alrededor de la que se agrupó una gran mayoría del pueblo dominicano y de militares para exigir el regreso de Juan Bosch al poder, cuyo legítimo gobierno, surgido del voto mayoritario en las urnas, había sido usurpado.
La consecuencia fue una revuelta cívico-militar el 24 de abril de 1965, epopeya de la que hoy se cumplen 60 años, y que se convirtió en una guerra patria cuando cuatro días después el país fue invadido por soldados de los Estados Unidos.
Abril de 1965 resume la reivindicación de la Carta Magna, del sufragio como vía para el cambio de gobierno, pero también representa el amor al suelo patrio y la defensa de la soberanía dominicana; fue la firmeza de la identidad nacional lacerada por lacayos criollos y un poderoso enemigo foráneo.
Y aunque el movimiento nacional en armas fue derrotado en aquel entonces, la evolución política del país ha llegado a un punto en que hoy día resulta impensable que una asonada militar pueda animarse a desconocer la voluntad que el pueblo exprese en las urnas.
Sin embargo, resulta necesario que todo aquel comprometido con el bienestar de la nación y con los mejores intereses de la patria, mantenga vivo a abril de 1965 en la memoria del pueblo dominicano.
Esto es un imperativo que hoy, más que nunca, cobra actualidad y vigencia porque los enemigos de la patria no desmayan en sus malsanas pretensiones y cuando, inclusive, se maquina desde dentro y desde fuera, con posiciones contrarias a nuestra soberanía o se intenta peligrosamente que carguemos con problemas que no hemos generado, como la crisis haitiana.
La Guerra de Abril es un hecho que los dominicanos comprometidos con su país deben conservar en la memoria histórica del pueblo, como también recordar a los héroes, hombres y mujeres, que escribieron páginas de gloria con su sangre derramada para defender de garras ajenas, y propias, la soberanía de la gran nación dominicana.