Posiblemente la Nochebuena fue la celebración más afectada por la Covid-19 y su terrible impacto en múltiples aspectos de nuestro diario vivir. Cierto es también que aunque la familia tuvo poco que celebrar y de qué alegrarse, posibilitó que se pudiera congregar como nunca antes porque, obvio, no había para dónde coger. Nuestro mensaje es que demos a esta Nochebuena el tamaño, la medida y el tono acorde con las posibilidades y creencias. Otra cosa, y nos excusan el atrevimiento: Ojalá que a la hora de cenar no timbre un celular y que nadie deslice el dedo en una pantalla buscando algo distante, mientras ignora al que está a su lado. Y que el único aparato que funcione sea el digestivo.