El intrant, siempre activo para lanzar campañas, al elaborar sus planes nunca consulta al pasajero, al que más sufre. Todo el que tiene un carrito padece los tapones, pero quien tiene que pagar para montarse en carros de concho, o “voladoras” viejas, sucias y destartaladas, es sometido al maltrato de choferes y cobradores maleducados, que amontonan gente a los gritos, mientras el que sostiene ese sistema con su dinero tiene que viajar de a dos en un asiento individual o de a cuatro en la parte trasera. Otra vez se habla de reorganizar o mejorar el tránsito, con los gremialistas, empresarios y grupos de la sociedad civil, que saben más que el papa, pero el pasajero, ese que paga y que más padece, jamás tiene representación en esa mesa.

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