Uruguay es un valioso caso de estudio para mejor entender la realidad y perspectivas de avance de América Latina; conjuga -con sus matices- las complejidades de los países de la región y proyecta la necesidad de las más certeras estrategias. Cifras, hechos históricos y datos fácilmente accesibles en esta era de la información así lo confirman.
Uruguay ha tenido en la época reciente dictaduras (junio 1973- marzo de 1985) y guerrillas. Expresión de los más grandes obstáculos al desarrollo.
Ha tenido Uruguay además grandes crisis económicas como la de 1999-2002, signada por un nivel de insolvencia financiera que afectó a más de la mitad de la banca, con el virtual colapso del sistema económico; con serias consecuencias como el incremento de la extrema pobreza y una fuerte ola de emigración.
Aquí, una referencia histórica como contraste. Entre 1900 y 1915 Uruguay alcanzó niveles de bienestar equiparables a países europeos, con avances tales como el sufragio femenino, entre los primeros del mundo; sistema educativo gratuito y obligatorio (ya desde 1877), era la segunda nación en el mundo. Uruguay se consideró entonces como “La Suiza de América”.
Uruguay ya en el presente, de acuerdo con indicadores internacionales. Grado de democracia, 1ro en la región y 19 en el mundo; Índice de Calidad de Vida, 1ro en la región y 19 en el mundo; percepción de la corrupción, 1ro en la región y 21 en el mundo.
La complejidad de la que hablábamos al inicio mucho puede entenderse a partir de esta alegoría: El expresidente José Mujica hoy símbolo de paz, solidaridad, integridad moral y eficiencia, ante el mundo, fue guerrillero; habiendo sido entonces gravemente herido por seis disparos; encarcelado por 13 años continuos y terriblemente torturado. Acontece que tiempo después ya en la presidencia lo que hace es fortalecer la democracia, perdonar y perdonarse, con una vida ejemplarmente modesta que tanto marca la ruta en cuanto a los dirigentes políticos que se necesitan, lejos de intereses mezquinos, protagonismos personales y riqueza mal habida.
Uruguay más que una personalidad o personalidades que se pudiesen mostrar alegóricamente, al presente ha llegado a ser predominantemente la expresión de su clase política comprometida con el progreso auténtico, más allá de ideologías.
No es casual que las elecciones de 2019 las ganara el partido contrario al Frente Amplio de Mujica; con otro detalle que al mismo tiempo dice mucho: la diferencia fue del 1.2% ¡Uno punto dos por ciento! Sin alterar en lo más mínimo la vida del país, todo lo contrario, ha seguido avanzando.
Las lecciones de Uruguay.
Complejo, realmente muy difícil; pero posible.