Con la llegada de las altas temperaturas y el inicio de las vacaciones, día a día se presentan oportunidades para estar al aire libre. Sin embargo, es esencial prestar atención a la protección contra la radiación ultravioleta (UV) y los mosquitos, enemigos silenciosos pero peligrosos, para disfrutar de un verano saludable. Es por este motivo que los expertos destacan la importancia de utilizar protector solar y repelente de insectos, pero surge la pregunta clave: ¿cuál se aplica primero para garantizar su efectividad?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sobreexposición a la radiación ultravioleta es un factor clave en el aumento de los casos de cáncer de piel, que además puede afectar los ojos y el sistema inmunitario. Simultáneamente, América Latina enfrenta cifras récord de dengue, con más de 12 millones de casos sospechosos en la región, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Ante esta realidad, surge la duda sobre el orden en que deben aplicarse estos productos para maximizar su efectividad y seguridad. En diálogo con Infobae, Andrés Politi, médico dermatólogo y coordinador de la Campaña Nacional de Cáncer de Piel de la Sociedad Argentina de Dermatología, resaltó que el protector solar debe aplicarse primero, ya que el “repelente debe ir arriba de todo porque, en parte, es a través del olor que se ‘espanta’ a los mosquitos”. Sin embargo, existen detalles que optimizan su eficacia.

Orden correcto de aplicación = máxima protección

Para asegurar la efectividad del protector solar y del repelente de insectos, Politi detalló que ese, exactamente, debe ser el orden. Además, se deben esperar unos 15 minutos para que las moléculas se distribuyan adecuadamente. Esta práctica no solo ayuda a proteger la piel de los dañinos rayos UV, sino que también optimiza la función del repelente.

“Va abajo el protector solar y arriba el repelente; y esto es porque, en parte, es a través del olor que se espanta a los mosquitos. Ahora, hay otro tema, y es que el protector solar, desde que lo pones, necesita que pasen unos 15 minutos, al menos, para que las moléculas se repartan adecuadamente. Entonces, lo conveniente no es ponerse el protector y, de inmediato, el repelente”, detalló el experto.

En ese sentido, Francisco Dadic, médico especializado en toxicología (MN 125795), había señalado en diálogo con Infobae que la toxicidad puede aumentar si se combinan ambos productos de inmediato. “Los repelentes no deben mezclarse con protectores solares en la misma formulación”, recalcó.En la elección de repelentes, es esencial considerar las concentraciones de sus activos para garantizar protección adecuada, productos con DEET ofrecen defensa de varias horas pero deben aplicarse correctamente.En la elección de repelentes, es esencial considerar las concentraciones de sus activos para garantizar protección adecuada, productos con DEET ofrecen defensa de varias horas pero deben aplicarse correctamente.

“El otro tema es la reaplicación. Los protectores solares se reaplican cada dos horas, salvo que uno transpire o se moje, en cuyo caso uno se seca y lo reaplica. En cambio, los repelentes varían según la concentración que tengan, lo cual está bien expresado en los envases: los que son de color naranja, los que son de color verde, etcétera. Unos son para aplicar cada dos horas, otros cada ocho; esto es importante porque en alguna oportunidad existieron productos combinados, pero no eran buenos porque o terminaban siendo subutiles o terminaban siendo tóxicos, ya que son dos productos que tienen un intervalo de tiempo distinto para aplicar”, aseguró Politi.

Vale destacar que la radiación ultravioleta (UV) se divide en tres tipos principales: UVA, UVB y UVC, clasificados por su longitud de onda y capacidad para penetrar la piel. La radiación UVC (100-280 nm) es la más dañina, pero es completamente absorbida por la atmósfera. La UVB (280-315 nm) afecta principalmente las capas superficiales de la piel, causa quemaduras solares y tiene un papel significativo en el desarrollo del cáncer de piel. Por su parte, la UVA (315-400 nm) constituye la mayor parte de la radiación UV que llega a la Tierra, penetra más profundamente en la piel, contribuye al envejecimiento prematuro y también está asociada con el desarrollo de cáncer de piel.

Consejos prácticos para el uso seguro y efectivo de protector solar

Al igual que destacaron los expertos, el primer paso es la protección contra el sol, siendo que el protector solar debe contar con dos aspectos esenciales para su correcto uso: el factor de protección solar (FPS), de al menos 30, y la cantidad que se aplica. En ese sentido, Politi subrayó que la clave está en la cantidad: “Uno tendría que colocar dos miligramos por cada centímetro cuadrado, lo que equivale a que una persona de cuerpo entero necesita unos 50 mililitros”.

“Por suerte vienen en mil presentaciones distintas: en aerosol, en lociones, en cremas, por citar ejemplos. Eso tiene por finalidad aumentar la adherencia de la gente y que los use de acuerdo a su necesidad: con color, sin color, y resistente al agua, entre otras opciones. Pero en cuanto a protección, eso no cambia. Siempre la recomendación es colocarlo 20 minutos antes, y acá viene un punto crítico: la cantidad tiene que ser muy importante”, recalcó el dermatólogo.

Y continuó: “Tengamos en cuenta que los protectores vienen en envases de 50 ml para la cara y de 200 a 250 ml para el cuerpo. Si una persona se pasa tres o cuatro horas en la playa aplicándolo tres veces, es un envase por día, y nadie lo hace. Hay una clara subutilización de los protectores solares y un pequeño asterisco para los protectores en aerosol, porque al aplicarlos no es fácil darse cuenta si se puso en todos lados o si quedaron zonas sin aplicar, y además es difícil valorar la cantidad”.

En tanto, cuando se trata de los niños, Politi resaltó algunos aspectos: “Los menores de seis meses no deben usar protector solar. Entre los seis meses y los dos años pueden usarse protectores en pequeñas áreas, y después de los dos años es para todos lo mismo. Es que un niño no es un adulto pequeño, la piel del chico tiene una inmadurez para metabolizar sustancias, con lo cual, al aplicar una gran cantidad de producto, al recién nacido no le es sencillo metabolizarlo”.

“Por otro lado, está la relación entre la superficie corporal y el peso. En los chicos, es más grande, como si tuvieran mucha más piel, entonces tienen un área de absorción mucho mayor. A partir de los dos años, al niño se lo considera como un adulto en este aspecto”, indicó el especialista, y añadió: “Se trata de evitarle a los chicos los protectores solares más complejos, que son los que tienen mayor cantidad de sustancias, algunas de las cuales pueden provocar una reacción alérgica que, cuando más chicos son, más significativas pueden ser. Entonces, en los chicos pequeños se trata de usar protectores solares que tienen óxido de zinc o dióxido de titanio, sustancias que mayormente repelen, rebotan la radiación solar y no la absorben”.

Asimismo, sobre la protección que brinda cada producto, Politi destacó: “Es importante que tengan ese famoso FPS, que es el factor de protección solar, que sea por lo menos 30. Mucho más arriba de 30 no es muy importante porque la curva de protección no es lineal; arriba de 30 la curva se aplana. Un protector 100 no es tres veces y medio más que un 30; será un 3 a 4 como máximo. Que sean de amplio espectro, es decir, que protejan contra radiación ultravioleta B y A, ayuda verdaderamente a la salud”.

Según la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), “el factor de protección solar (FPS) es la medida de capacidad que tiene un bloqueador solar para evitar que los rayos solares dañen nuestra piel”. En términos de eficacia, un FPS 50 bloquea el 99% de las RUV, mientras que un FPS 30 protege el 97% y un FPS 15 alcanza el 93%.

“Los protectores solares son una extraordinaria herramienta para disminuir el nivel de radiación ultravioleta que llega a nuestra piel. De ninguna manera es la única herramienta, siempre las recomendaciones son: exponerse poco, evitar los horarios de sol más alto (de 10 a 16 horas), y para quienes tienen exposición solar laboral, todo lo que sea sombra es bienvenido: bajo un alero, un árbol, una sombrilla, una carpa; o portar sombra uno mismo, como un sombrero de ala ancha, usar anteojos oscuros, remeras con mangas o cuello, pantalones largos. Esa sombra es una excelente medida”, resaltó el experto.

Al dar detalles sobre los protectores solares, el dermatólogo aseguró que es recomendable “que sea de una marca reconocida”. Pero aclaró: “Atención, porque hay que usar gran cantidad. Que usar un producto de buena calidad y de precio más caro no termine siendo un boomerang y se use poco. El protector solar es un elemento de uso intensivo, no es ponerse un poquitito, no es un maquillaje; hay que poner mucho, gastarlo y volver a usarlo”.

“Los protectores solares son una herramienta más para cuidarse y prevenir el cáncer de piel y el envejecimiento solar. No son una manera de exponerse más tiempo, porque no me voy a poner colorado, porque eso es un mal uso y contraproducente. Lo que hoy se toma como objetivo en la exposición al sol es no estar ni marrón ni colorado, porque tenemos claro que estar colorado es dañino, pero no sé si tenemos claro que el bronceado intenso también es perjudicial”, recalcó Politi.

Y concluyó: “Las principales personas que padecen cáncer de piel están generalmente muy bronceadas (guardavidas, albañiles, agricultores, pescadores). Ninguno de ellos se pone colorado, pero el bronceado intenso es otra forma traicionera y puede ser un precursor de cáncer de piel”. Mientras que desde la SAP destacaron que el bronceado “no es un estado normal de la piel, sino un mecanismo de defensa para disminuir el daño (fotodaño) frente a estas exposiciones”. Además, advirtieron que es acumulativo, lo que coloca a niños y adolescentes en un riesgo particular debido a su vulnerabilidad.

Tipos de repelente y qué tener en cuenta para un uso efectivo

En el contexto actual, los repelentes son aliados esenciales para protegernos de las picaduras de mosquitos y, consecuentemente, de enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya. Además de ser una barrera efectiva frente a estos insectos, su elección y uso adecuado son clave, ya que su eficacia varía según las concentraciones de los principios activos que contienen y el tiempo de protección que ofrecen.

Estos productos, disponibles en diversas presentaciones como lociones, cremas y aerosoles, no solo repelen a los mosquitos, sino que contribuyen a minimizar los riesgos para la salud durante la temporada de mayor actividad del Aedes aegypti. Como su nombre lo indica, estas sustancias evitan que los insectos se acerquen. “Se aplican sobre las zonas expuestas del cuerpo mediante lociones, cremas, vaporizadores, roll-on, o toallitas impregnadas”, había resaltado a Infobae Dadic.

Al momento de elegir un repelente, es fundamental considerar sus componentes y las recomendaciones de uso para maximizar su eficacia y seguridad. En palabras del toxicólogo, “si bien existen varias marcas comerciales, la mayoría está compuesta por aceite de citronela, de eucalipto, de limón, picaridina, parametanodiol y DEET, entre otros. De todos, el más ampliamente difundido y estudiado es el DEET o N,N-dietil-meta-toluamida (que no es el plaguicida DDT)”.

El DEET actúa interfiriendo con las neuronas y los receptores en las antenas y la boca de los mosquitos, pero su uso debe ser responsable. “Las marcas comerciales tienen distintas concentraciones, motivo por el cual poseen un efecto más duradero y eso hace que sea para uso ‘familiar’ o no. Un producto con DEET al 10% protege durante 2 a 3 horas, mientras que, si es al 25%, la protección es de 6 horas en promedio”, detalló.

En cuanto a otros componentes, Dadic destacó limitaciones y precauciones específicas: “El aceite de citronela, en tanto, es un extracto de especies vegetales. Sus limitaciones se centran en que es ‘limitado como repelente’ y tiene una ‘corta acción en el tiempo’”. También advirtió que “el aceite de eucalipto, por su parte, puede provocar fenómenos de broncoespasmo en personas con susceptibilidad previa. Además, no se recomienda en menores de 3 años ni en concentraciones mayores al 30% superada esa edad”.

Además, Dadic enfatizó en medidas preventivas adicionales: “Se recomienda ropa de manga y pantalones largos (de color claro) siempre que se encuentre en el exterior, mientras que en el interior es ideal usar tules sobre las cunas, mosquiteros y repelentes químicos eléctricos, pero a no menos de 1,5 metros de distancia”.

También aconsejó: “Es importante revisar la etiqueta en busca de la cantidad de DEET contenida, emplear los que no superen el 30%, siempre seguir las instrucciones, no aplicarlo debajo de la ropa, sobre heridas o piel irritada”. Asimismo, subrayó: “Se deben descartar los brazaletes con repelentes químicos, el ajo o la vitamina B1 ingeridos por boca, los dispositivos de ultrasonido diseñados para alejar a los insectos y aquellos para el jardín que ‘electrocutan’ a los insectos (de hecho, pueden atraerlos)”.

Por su parte, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) ofreció pautas adicionales para el uso adecuado de repelentes, especialmente en niños. Advirtieron que no se debe “aplicar el repelente en zonas de heridas, cortaduras o piel irritada”, ni tampoco “en las manos de los niños”. Resaltaron que “el mismo debe ser aplicado por un adulto” y recomendaron que los productos con DEET no sean aplicados directamente en la cara. “Se deben rociar las manos y después frotarlas cuidadosamente sobre la cara evitando los ojos y la boca”, indicaron. Además, recordaron: “No se recomiendan repelentes para los niños menores de 2 meses de edad”.

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