A partir del siglo XVIII, en plena Revolución Industrial, comenzó el interés por realizar eventos internacionales para mostrar las novedades de esos tiempos, en especial las innovaciones industriales. La primera exposición industrial, donde se mostraron los nuevos métodos de manufacturación de la época, tuvo lugar en Clementinum, Praga, en 1791 y la realizó el reino de Bohemia. Con el tiempo y el impacto que tuvo la Revolución Industrial en todos los ámbitos de la vida, las exposiciones industriales pasaron a ser exposiciones universales o internacionales.

A mediados del siglo XIX las exposiciones universales se habían popularizado y convertido en el lugar de encuentro para hacer comercio, presentar avances tecnológicos y científicos, y exponer lo último de las artes y la moda. Era el lugar perfecto donde darse a conocer, presumir de logros, adelantos, innovaciones o simplemente mostrar lo que cada nación tenía y producía. Estos eventos eran la plataforma ideal para que la República Dominicana se diera a conocer al mundo, pues apenas era reconocida como nación independiente por unos cuantos países. Era el lugar ideal para construir vínculos económicos, sociales, comerciales, industriales y científicos, y afianzar las conexiones y relaciones entre Europa y el resto del mundo, incluyendo la región del Caribe.

La primera vez que la República Dominicana participó en una exposición fue en la “Gran Exposición de los trabajos de la industria de todas las naciones” que se celebró en Hyde Park, Londres en 1851, considerada la primera exposición universal. La invitación llegó tras la firma, en 1850, del tratado de paz, amistad, comercio y navegación entre Inglaterra y República Dominicana. En esa ocasión, el país participó junto a 27 naciones más. A medida que la República Dominicana era reconocida por otras naciones o firmaba tratados comerciales, iban llegando las invitaciones para participar en otras exposiciones universales.

En 1891, inician las relaciones diplomáticas entre República Dominicana y el Reino de Bélgica, y aprovechan la ocasión para invitar al país a participar en la Exposición Internacional de Bruselas de 1897 con el tema “La vida moderna”. El país quería dar una sensación de nación progresista y culta al mundo.
Además, el presidente Ulises Heureaux (Lilís) y su gobierno consideraban que: “no sería escondiéndonos del mundo como podremos adquirir la grandeza intelectual que ambicionamos y el bienestar material, objetivo de todos los pueblos trabajadores […] vamos para que la tierra dominicana sea conocida y para que su capacidad y aptitud de producir vaya apreciándose en lo que vale, ya que por desgracia vivimos sobradamente ignorados de todos aquellos, que, con legítimo beneficio, nos pueden ayudar”.

De inmediato, se designó una junta central para que se encargara de organizar los trabajos preparatorios para la participación. También tenían a su cargo el acopio, clasificación y remisión de los diferentes productos que se iban a exponer en la exposición, así como el catálogo y un libro que se publicó titulado “La República Dominicana en la Exposición Internacional de Bruselas 1897”. La Junta estaba presidida por José María (Paíno) Pichardo B., ministro de correos y telégrafos; como secretario se designó a José Ramon Abad, y a cinco vocales: Casimiro N. de Moya, Federico Henríquez y Carvajal, Hipólito Billini, Francisco Aybar y Fermín Goussard.
Para ayudar con los trabajos se crearon varias juntas departamentales en cada provincia y en algunos distritos del país. Como jurado internacional de recompensas, delegados de la República Dominicana y representantes de la Sección Dominicana en la exposición se designaron a don Isidro Mendel, agente fiscal de la República en Europa y a don Joseph Penson, cónsul dominicano en Bruselas. También colaboraron Georges Van Melkebeke y Carlos Bombeeck ya que ambos fungían como vicecónsul de la República Dominicana en Bruselas.
La inauguración de la Exposición Universal de Bruselas estaba prevista para el 24 de abril de 1897, pero el recinto no estuvo terminado para esa fecha y ese día solo se dio apertura a la “sala Zoographe” una especie de cine de vanguardia con vistas animadas y la sección “Feria de Bruselas”, lo cual contó con el apoyo del rey Leopoldo II de Bélgica y la presidencia de honor de su alteza real Felipe de Bélgica, conde de Flandes, quien era hermano del rey Leopoldo II. La exposición se abrió al público del 10 de mayo al 8 de noviembre de 1897 y fue visitada por
casi ocho millones de personas.

La idea era tener todo concentrado en un gran espacio especialmente diseñado para el evento. En el Parque del Cincuentenario, se construyó un palacio compuesto por dos pabellones acristalados a ambos lados que se unían por un arco central que servía de entrada. En él se albergaron los pabellones de las principales ciudades belgas, de los 26 países participantes y acogió 10,668 expositores en diversas galerías temáticas divididas en catorce secciones, subdivididas en 56 grupos.

En el parque se instaló un área de entretenimiento llamada “Bruxelles-Kermesse”, que se convirtió en el centro de atracción de la expo, diseñada por el arquitecto Jules Barbier. Los jardines, diseñados por el paisajista francés Élie Lainé, eran sencillos, con césped, fuente, paseos, estatuas y elementos ornamentales de hierro fundido y bronce. Asimismo, a 14 km, en el parque de Tervueren, se instaló la Exposición Colonial, enteramente dedicada al Congo. Todo se conectaba por una avenida y dos tranvías construidos para la ocasión. El art nouveau y el modernismo jugaron un papel importante, reflejándose este nuevo estilo en casi todos los inventos y ornamentos.

La República Dominicana participó en seis secciones, dispersas dentro de los pabellones. La Sección 3a Higiene, artes médicas y farmacéuticas; Sección 5a Artes industriales y decorativas, artes liberales y ciencias; y alumbrado, calefacción, ventilación y sus aplicaciones; Sección 9a Fabricaciones industriales-material, procedimientos y productos; Sección 10a Enseñanza práctica, instituciones económicas y trabajo manual de la mujer; Sección 13a Comercio y colonias y Sección 14a Congresos y conferencias.
Algunos de los productos expuestos fueron: maderas, resinas, sillas serranas, tabaco, cacao, azúcar, coco, miel de abeja, licor, ron, aguardiente, anís, minerales, fotografías y postales del país, remedios medicinales, BayRhum, fibras de cabuya, tejidos de palma, escobas y bastones de carey, entre otros.

Entre los expositores estaban Narciso Alberti, Heriberto García Tejera, José Tolentino, Rafael Marcelino, Manuel de Jesús Tavarez, Julio Pou, José Ricardo Roques, García Hermanos, José Ramon Abad, Félix E. Soler, Marcos Polanco, F. Pastoriza y Cía., Jaime Mota, J. Delmonte y Cía., Santiago Michelena, Ad. Ferret, Lucas Guzmán, Rafael Vega, Sucesores de C. Batlle, Ingenio Mercedes, Santiago Mellor, Salvador Ros, Luis Cambiaso, Alejandro Bas, Juan F. de Castro, J.B. Vicini, John Hardy, Fermín Goussard, J. Hernández y Glas, J.M. Ramos, T. Pastoriza y Cía., Gisbert y Bancalari, Miguel Alcalá, L. Ceara y Cía., Vicente Buxade, Joaquín Beltrán, C.  Giralt y Cía., Segundo Imbert, Esteban Pozo, J. Adrover, José Joaquín Diaz, E.J. de Rodríguez y Cía., José Peguero, Simeón Mencía, Simón Valdez e hijo, Francisco Beaton, U. Córdoba e hijo, Manuel Beltrán y Cía., Juan Isidro Jiménez y Cía. También Carmen Ramos y Mercedes Ortiz enviaron pañuelos bordados y Oliveta Ortiz de Nova envió algunos bordados.

Sin duda alguna, las exposiciones universales eran un instrumento de autopromoción de cada país, que fue aprovechado por la República Dominicana desde sus inicios, favoreciendo la llegada de la industrialización, las innovaciones, la modernidad y el reconocimiento de la nación dominicana en el mundo.

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