Continuamos con el relato del doctor Héctor Mateo sobre el hospital Juan Pablo Pina.
“El Hospital Juan Pablo Pina, instalado en un edificio de 2 plantas, especialmente construido para esos fines, tenía ascensores y podía acomodar unas 300 camas. El servicio de enfermeras y parte de la administración estaban a cargo de las monjitas de la Orden de las Dominicas. Esto garantizaba honradez en el manejo de los recursos y preservación de la moral en la institución.
En el Hospital Pina recibían práctica los estudiantes de medicina de la Universidad de Santo Domingo, que viajaban a diario a San Cristóbal. A este hospital llegaban diariamente pacientes de todas las categorías sociales, incluyendo los que llegaban de la capital de la República, en la búsqueda de la salud en el hospital público más acreditado de la época. Muchos llevaban recomendaciones oficiales. El doctor Zadé había puesto como condición para aceptar el cargo de Jefe del Servicio de Cardiología que éste diera servicio a la gente pobre. Y protestaba cuando llegaban recomendados que tenían buena posición económica. En una ocasión rehusó examinar al señor Roberto Canggiano, director de la Orquesta Sinfónica de La Voz Dominicana, recomendado por el general José Arismendy Trujillo (Petán). La Secretaría de Salud Pública le impuso una multa al doctor Zadé, que fue descontada de su sueldo, por este rechazo a la orden oficial.
Contaba con prestigiosos médicos, entre ellos: el cirujano Francisco Hernández Álvarez, el urólogo Abel González M, el cirujano Félix O. Goico, el anestesiólogo Milton, el gastroenterólogo Pablo Iñiguez P, entre otros. El psiquiatra Antonio Zaglul E. iba desde el manicomio de Nigua, del cual era director, a ver los pacientes psiquiátricos del Pina, y otros médicos de renombre iban regularmente, una vez por semana, a ofrecer sus servicios al Hospital Pina sin recibir remuneración por sus servicios.
Entre los médicos que constituían la plantilla fija del Hospital Pina estaba el doctor Eduardo Álvarez Perelló, cirujano especializado en EE. UU., padre de Julia Álvarez, autora de la obra “En tiempo de las Mariposas”, sobre la vida de las Hermanas Mirabal. También formaban parte del staff médico, el gineco-obstetra Paquito Read Medina, el urólogo Arístides Trifilio Estévez, el urólogo Frank Manuel Miniño, el internista Rafael Mendoza, médico venezolano que vivía aquí en el exilio durante la dictadura de Pérez Jiménez en Venezuela; el pediatra Pedro Shefferd, los cirujanos Julio César García Francisco y Domingo Ovalle; el oftalmólogo Arnaldo Espaillat, el otorrinolaringólogo Martin Ellis, el internista Rafael Quezada E., actualmente retirado en EE.UU; el cardiólogo Héctor E. Mateo M., el radiólogo Rafael Mañón, el doctor Rafael Quirino Despradel, nuestro compañero de promoción, como lo fueron el doctor Miniño, el doctor Trifilio y el doctor Quezada. El doctor Despradel era un capacitado y diestro cirujano que tenía también a su cargo el servicio de traumatología. Un trabajador eficiente e infatigable, dispuesto a atender a cualquier emergencia. Todos sus compañeros le teníamos confianza y aprecio. El doctor Francisco Díaz Sosa hacia cirugía oftalmológica y también de otorrinolaringología, y dentro del colectivo médico figuraba también el ginecólogo Manuel Penso. Por este hospital pasaron muchos estudiantes de medicina que luego se destacaron como: el doctor Ney Arias, el doctor Vinicio Calventi, el doctor Lajara Persia, el doctor Héctor Hernán Cabral, anestesiólogo, entre otros.
El Hospital Pina tenía un buen laboratorio clínico. También se realizaban biopsias y autopsias. Los especímenes se enviaban al Departamento de Anatomía Patológica del Laboratorio Nacional en la entonces Ciudad Trujillo”. Continuará…