Vladimir Velázquez es un artista de la pintura cuyo estilo no deja indiferente a nadie, sus obras mezclan figuras de pesadilla con trazos tan finamente trabajados y delicados que asombran por el nivel de perfección y hasta por las transparencias que logra en cada lienzo. Confiesa que le gustaría vivir del arte pero en este país eso es tan difícil que tiene que dedicarse a trabajar como empleado en un banco, pero como no se puede vivir de la actividad artística, le dedica la mayor parte de su tiempo libre demás a la pintura, pero también ha publicado recientemente un libro de cuentos titulado Dominican Splendors, unos relatos que alternan historias alucinantes y terroríficas, con magistrales ilustraciones de su autoría.
¿Cómo fueron tus inicios en el dibujo y en la pintura?
Desde pequeño comencé a rayar, a trazar líneas por todos lados, así que muy pronto mi mamá se dio cuenta de que mis inquietudes iban por ahí, y me puso a estudiar dibujo en una escuela de Caracas. Yo pasé mi primera infancia en Venezuela, mis padres estuvieron exiliados por razones políticas, pero cuando hubo una amnistía regresamos al país, estudié en la escuela de Arte Leonardo Da Vinci, que dirigía el profesor Elías Delgado, después estudié en la escuela de Cándido Bidó, después en la UASD estudié Artes Visuales y luego arquitectura, un curso de verano en Chavón y después en la escuela de Alberto Bass, él me enseñó muchas técnicas.
¿Cuándo fue tu primera exposición?
Eso fue en 1985. Yo pertenecí a un colectivo que se llamó Generación del 80, era un grupo de artistas muy jóvenes, participé en varias muestras colectivas, precisamente el año que viene voy a celebrar cuarenta años en el arte…
¿Quiénes son los artistas que más han influido en tu estilo actual?
De los dominicanos no hablaré porque son muchos y no quisiera dejar a nadie afuera, mi profesor Alberto Bass, Domingo Liz, ya fallecido, y de más lejos… siempre me gustó El Bosco (Hyeronimus Bosch) me fascinó siempre por su misterio, su riqueza, otro es Alberto Durero, genio absoluto, otro es Matías Grünewald, alemán, y los más cercanos, los surrealistas, Max Ernst, Dorothea Tanning, Eleonora Carrington, y hay muchos más, como Remedios Varo y Ernst Fuchs, un suizo que murió hace poco.
¿Cuál es el propósito del arte que tú haces? ¿Qué es lo que quieres transmitir?
A mí las imágenes se me presentan en la mente, como representaciones, las veo en mi imaginación y ya no me dejan tranquilo, es como si me martillaran constantemente, hasta que puedo sentarme a mi mesa de trabajo, primero hago muchos bocetos, hasta que llego a lo que pretendía llegar. El color viene después, esa es otra característica mía, a mí pintar me relaja, escucho música cuando pinto y después dejo que la obra me vaya llevando por sus propios caminos. Yo quiero expresar, como artista de una época conflictiva como la que vivimos, la lucha del ser humano por sobrevivir, por no dejarse aplastar por los poderosos, por no someterse al dominio de este gran leviatán que es la sociedad moderna.
¿Cómo ves, en el panorama de la pintura, la relación entre los artistas dominicanos?
Yo siento mucho respeto y tengo muchos amigos, conozco gente muy talentosa, incluso entre los artistas más jóvenes, y trato de mantenerme al margen de muchas cosas. Es común que en el mundo del arte haya enconados enfrentamientos entre personas que no comparten ideas. Indudablemente, y en esto soy categórico, con las modernas tendencias de convertir la basura en arte, obviamente no comulgo, hay sitios a los que a mí ya no me invitan, sitios que cultivan el arte VIP del que habla la crítica mexicana Avelina Lesper. Cuando el facilismo mueve esas cosas, ahí no hay arte, cuando se pone escombros y piedras y se expone en un museo y hasta gana premios, eso es una aberración, porque además es un mal ejemplo para los artistas jóvenes que apenas están empezando su recorrido.
¿Cuál es tu opinión acerca de los salones nacionales y certámenes que se hacen en nuestro país?
Aquí, como en todas partes, esos salones están montados por grupos o clanes que se buscan, se ayudan entre ellos, que forman una estructura, y entre ellos hay gente que hace ese arte VIP. Eso le hace un mal servicio a la sociedad cuando en esos salones y concursos se beneficia siempre al mismo grupo… entre esos salones está la Bienal Nacional, yo ya no participo, ya me cansé, he participado muchas veces y alguna vez hasta gané, pero últimamente veo que siempre se trata de premiar siempre a gente que hace el mismo tipo de arte, se forma como una élite y aunque hay gente talentosa, no siempre se premia lo mejor.
¿Cómo definirías el arte desde tu propio punto de vista?
Es un concepto muy difícil de definir, como la filosofía, por ejemplo, pero el arte es una actividad, una disciplina que sirve para sacar a la superficie lo mejor que cada cual tiene para dar, una de las funciones del arte es hacernos mejores personas, en el caso de los países que tienen una larga tradición y que priorizan una educación artística, tienen una identificación mucho más profunda con sus propias raíces, conocen mejor y conservan su propia cultura.
¿Qué consejo les darías a los jóvenes que empiezan a transitar los senderos del arte en general?
No me gusta dar consejos, no me considero con suficiente autoridad para hacerlo, pero sí les puedo sugerir que, ante todo, les hagan caso a sus instintos, que no se dejen llevar por las tendencias, que sigan sus pasiones más profundas, solo así se puede encontrar una propia voz, un estilo propio, porque lo peor que puede haber es convertirse en una persona frustrada, como les sucede incluso a los que abandonan una actividad artística para dedicarse a hacer dinero, conozco muchos casos de gente que ha hecho fortuna y sin embargo no es feliz en absoluto.