Alberto López Cuenca es un especialista en derechos de autor que estudió en la Universidad Autónoma de Madrid, donde cursó una licenciatura en Filosofía y posteriormente obtuvo un doctorado en esa disciplina. También estudió en la Universidad de Essex, en el Reino Unido y en la universidad de Georgetown, en Washington. Más tarde cursó un posdoctorado en la universidad de Columbia. Eso le permitió formarse en el área de la cultura, trabajó también en la Universidad Iberoamericana de México, y después en la Universidad de las Américas, en el estado de Puebla, también en México. Después de haber ganado por concurso una plaza como docente en la Universidad Autónoma de Puebla, que es una institución pública, es profesor en una maestría en estética y arte.
¿Qué lo decidió a quedarse en México después de ese largo periplo de estudios en tantas universidades?
La principal razón era que no quería regresar a España a incorporarme como trabajador académico, uno de mis primeros trabajos en la universidad de Puebla fue “armar” un doctorado en creación y teoría de la cultura, que consistió en reunir a personas que pudieran venir de la cultura, de la historia del arte y también de la creación, es decir de la música, del cine y del teatro. La idea era hacer que la investigación de cultura no fuera solo texto, sino que podía incluir un documental o hasta una obra de teatro.
¿Cuándo surge el derecho de autor?
Surge en la Convención de Berna de 1886 para asegurar un ingreso mínimo al autor de la obra. Esto se da en un contexto en que, por ejemplo las obras de Víctor Hugo, que fue uno de los más férreos defensores del derecho de autor, se reproducían y se vendían en distintas latitudes. Pero la serialización masiva lo que pone en primer plano es cómo regularlo. El primer gran pleito por derecho de autor se produce en 1976, cuando Sony saca su primera viodecasetera, la Betamax, inmediatamente Universal pone una demanda, porque eso permitiría grabar material que producían esos estudios. En 1984 el tribunal supremo de EE.UU. dictamina que el dispositivo no infringe el derecho de autor, es como legalizar las armas, porque las armas sirven para asaltar, pero también para defenderse, ese es más o menos el argumento.
¿Qué cambios trae esa decisión de la corte estadounidense?
A partir de ahí lo que queda establecido es que los derechos de autor se diseñan para asegurar la capitalización económica de la producción cultural, esto es a partir de los 90, con el auge de internet esto es importante porque hay otras concepciones de la cultura que no son mercantilistas, pero entonces se crea la OMC para liberalizar el acuerdo de aranceles, en la Ronda de Uruguay, firmado por todos los países, que tenía toda una sección dedicada a los derechos de autor, porque lo que iba a circular globalmente eran productos culturales, la MTV, películas, libros, producciones musicales. Esto lleva a reformar todas las leyes de derechos de autor en Latinoamérica, lo que impone una concepción mercantil de la cultura, que pasa a ser un bien económico.
¿Cómo valora usted las leyes de derechos de autor?
La ley de derechos de autor es aberrante, en México por ejemplo, es cien años después de la muerte del autor cuando las obras quedan libres de derechos, así que si la ley fue diseñada para asegurarle ingresos al autor en vida, no tiene mucho sentido que haya que esperar tanto tiempo para que esas obras circulen libremente. Se ha tergiversado ese derecho para poner la cultura en manos de corporaciones digitales, como una mercancía más.
¿Cómo ve la economía naranja?
Es una concepción extractivista de la cultura, es promovida por Iván Duque y Felipe Buitrago, he escuchado decir a algunos defensores de eso que es como fue el carbón en el siglo XIX, una comparación falaz porque el carbón se explotó en un contexto de miseria, contaminación, explotación y trabajo infantil, de eso no se habla, y pensar que la cultura es un bien limpio no es tan real cuando la mayoría de los gestores culturales sufren precariedades que la ley de derechos de autor no soluciona, porque los que generan ingresos son los herederos de Frida Kahlo, de Diego Rivera, de Rufino Tamayo, que han creado marcas, entonces la economía naranja toma la cultura como un bien que se puede explotar y generar ganancias ¿pero para quién?
¿Cuál es su visión del fenómeno de las redes sociales?
Una red social es cualquier grupo de personas, por ejemplo una mesa de dominó en la Zona Colonial lo es, pero ahora se trata de plataformas digitales que se apropian de todo, pueden geolocalizar al usuario, pueden censurarlo, deciden cuándo es violación del derecho de autor el hecho de que en un video se escuche una determinada música, o sea que se toman hasta atribuciones judiciales, además pueden vender los datos, crear algoritmos que fomenten determinados consumos, es decir son un negocio superlucrativo de implicancias que ni llegamos a imaginar.
Disputa
El primer gran pleito por derecho de autor se produce en 1976, cuando Sony lanza su videocasetera Betamax”
Cultura
Se ha tergiversado el derecho de autor para poner la cultura en manos de corporaciones digitales como una mercancía más”