El interés por la música comenzó en José Duluc a temprana edad en su natal Higüey, pues su madre y sus hermanos cantaban, y uno de ellos tenía un conjunto de merengue. Pero fue el Ballet Folklórico UASD un elemento crucial en su vida, debido a que través de él se introdujo en la música folklórica junto a los músicos Luis Minier, José Castillo e Iván Domínguez. Empezó como bailarín y luego se convirtió en músico de ballet, así exploró la música tradicional. Esta experiencia le llevó a colaborar con Luis Días en los grupos “Generación en Rojo” y en “Transporte Urbano”, donde exploró sonidos de rock y música eléctrica que influyeron en su composición y en la exploración del sonido urbano contemporáneo, sin perder sus raíces folklóricas y rurales.

¿Cómo fue la transición de la música folklórica y las fusiones hacia el jazz con “Los Guerreros del Fuego”?
Aunque quería electrificar la música, no perseguía ser rockero, porque no estaba entre mis gustos. Fundé otra banda llamada “Los Guerreros de Fuego” con un repertorio compuesto por mí, donde pretendía ampliar el ritmo con percusión urbana como la batería, fusionada con percusión popular y folklórica. A esto se añadían los tintes de jazz que aportaba Toné Vicioso, el guitarrista que aceptó mi propuesta de formar el grupo. De esta fusión surgió un sonido eléctrico y a la vez jazzeado, lo cual queda evidenciado en un sencillo que grabamos titulado “5to. Centenario y la Cigua Mamonera”.

¿Cómo influyó tu tiempo en Villa Mella con sus estilos musicales tradicionales reconocidos por la Unesco, en tu perspectiva y trabajo musical?
Tras la desintegración de Los Guerreros de Fuego, mi pasión por la música me llevó a mudarme a Villa Mella, donde mi carrera musical dio un giro definitivo gracias a la influencia de Sixto, Casimiro y Cundengo Minier, Pio Brazobán y Enerolisa Núñez. De esa etapa surgió mi primer disco “Pánico”, que incorporó diversos matices de la música dominicana. El tema “Ogun Balenyo”, interpretado por Kinito Méndez y Enerolisa Núñez se popularizó a partir de ese disco. Además de lo musical, esta experiencia produjo una transformación humana y espiritual que me reconectó con el monte y con la vida natural de mi infancia.

¿Qué impacto tuvo tu labor en Japón en la percepción de la música dominicana en el extranjero?
En Japón viví por casi 7 años, donde tuve la oportunidad de impartir clases de música folklórica, conferencias, talleres, conciertos con una sorprendente aceptación del público japonés. Creo que abrimos muchas puertas en el mundo pues muchas personas no sabían nada de la República Dominicana.

¿Cómo fue el recibimiento de la música dominicana en Japón?
Fundé tres bandas de creciente importancia en Japón. Primero Dominipon, compuesta por mis estudiantes que fueron noticia al dar a conocer la música dominicana. Luego Ga-Caribe, un grupo profesional con el cual grabó el sencillo “Pegao de qué y la cadera” y viajamos a muchos locales y clubes de música en Japón, representando a la música dominicana en el festival Washoi 2000. Finalmente con Wild Merengue Masters, integrada por algunos músicos de Ga-Caribe, recibimos invitados como Luis Días, Crispín Fernández, Bonny Rapozo, Manuel Acosta y Ken Annof en el festival Isla de Salsa en Fukuoka. También participamos en el documental “The Caribbeans”, producido por Shimizu Kinya y dirigido por Hideki Ono, y compartimos tarima con artistas como Monta Yoshinori y Oshima, estrella del Shamizen de Okinawa.

¿Cómo se desarrolló tu colaboración con Paul Austerlitz en el “Afrodominican Jazz Project”?
Conocí a Paul Austerlitz cuando llegó con su saxofón a un bar donde estaba tocando en Raffles. Esta casualidad inició una amistad que culminó diez años después con mi participación en su proyecto el “Afrodominican Jazz Project”. Juntos hemos lanzado varias producciones, como “Journey”, explorando nuevas armonías y aprendiendo en este mundo musical. Colaboré también en discos como “Doctor Merengue”, donde su enfoque en la música del palo me influyó profundamente. En 2010, giramos juntos por Filadelfia y Nueva York con músicos de su banda como Babatunde Lea y Robert Johnson. Mi estilo musical, reconocido por innovar en ritmos tradicionales dominicanos ha evolucionado constantemente, buscando siempre nuevas armonías, ritmos y melodías inspiradas en el folklore para enriquecer mi sonido a lo largo de los años.

¿Qué significan para ti los reconocimientos por “Carnaval para gozar” y “El caminante”?
“Carnaval para gozar” fue mi primera composición popular que ganó el premio nacional de música de carnaval en 1997, interpretada junto a Maridalia Hernández y Sergio Vargas en diferentes versiones, co-arreglada por Manuel Tejada. “El caminante”, junto a “La ciguapa”, son temas que han tenido impacto internacional, que muestran mi dirección hacia un sonido internacional con raíces dominicanas. Estos reconocimientos han sido fundamentales en mi carrera.

¿Qué te inspiró a formar “Palo Nuevo” y cuál es su misión en la preservación y promoción de ritmos tradicionales?
Palo Nuevo comenzó como un proceso exploratorio con Ga-caribe, estudiando profundamente los tambores y las armonías del folklore dominicano en Japón. Me enfoqué en las tonalidades y melodías únicas del palo, como el La bemol mayor, menos comunes en la música comercial. Integré atabales tradicionales con percusiones contemporáneas e instrumentos melódicos, manteniendo una estructura que evoluciona más que fusiona con otros estilos. Nuestra misión es preservar la esencia del palo dominicano, adaptándolo para nuevos escenarios y audiencias, manteniendo su autenticidad y honrando su tradición vocal y sabiduría popular.

¿Qué opinas sobre la preservación y promoción de la música tradicional dominicana en la era moderna?
La preservación y promoción de la música tradicional dominicana enfrentan desafíos en la era moderna. La preservación ha sido más lenta debido a la falta de apoyo institucional, pero se mantiene en comunidades rurales y suburbanas gracias a su conexión con la vida religiosa y cotidiana. La promoción también ha sido limitada, ya que no existe una industria sólida como en otros países donde la música tradicional tiene mayor visibilidad global y figuras reconocidas. Sin embargo, veo potencial en un mayor compromiso de los músicos urbanos con las raíces tradicionales para construir puentes con los músicos académicos y lograr una difusión más amplia y sostenible, tanto en contextos religiosos como festivos. A pesar de los desafíos, creo que esta música seguirá siendo esencial para nuestra identidad cultural dominicana y caribeña.

Estímulo
Mi principal motivación para seguir este camino ha sido mi amor y gusto por la música, que se ha convertido en algo fundamental en mi vida”.

Experiencia
Viví en Japón por casi 7 años donde impartí clases de música folklórica, innumerables conferencias, talleres y conciertos con gran aceptación del público japonés”.

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