Publicada por Editorial Santuario en agosto del 2016, la novela ¡Oh, Dios!, de la periodista y escritora Emilia Pereyra, se adelantó a la situación apocalíptica que vive el mundo en este 2022, tras la desolación provocada por la pandemia del coronavirus y más recientemente la traumatizante invasión de Rusia a Ucrania, calificada por el papa Francisco como una verdadera guerra mundial.
Si se compara aquel agosto con este septiembre y su impacto en el comportamiento social de los dominicanos, se tiene la sensación de que han pasado varias décadas, pero en ¡Oh, Dios!, se percibe la ansiedad de un mundo en decadencia, desde la descripción de un Berlusconi que gobierna en Italia rodeado de meretrices, hasta el Puerto Príncipe paupérrimo y brutal que contempla indiferente la violación de una niña por una banda de malandrines que disfruta de su inocencia hasta desangrarla.
¡Oh, Dios!, es el grito de la impotencia novelada ante el caos de un mundo al revés, donde la banalidad ha sustituido en la humanidad el culto por la grandeza, la belleza estética y hasta la fe verdadera expresada en un credo religioso.
La novela de Pereyra es un reflejo del mundo vacío que ha traído la llamada posmodernidad, caracterizado por la socavación de todos los valores, con la negación del orden natural, amenazando con derribar como a una estatua vetusta hasta la imagen forjada por la civilización del mismo creador del universo.
Para el jueves próximo está programado el Encuentro Nacional de Lectores entorno a la referida obra, en la que se espera la participación de escritores como la propia Pereyra, Elizabeth Balaguer, Isael Pérez, Pedro Antonio Valdez y un servidor, actividad con la que se ha estimado enlazar de manera virtual a más de 220 clubes de lectura nacionales y extranjeros.
Sin pretensiones de hacer literatura blasfema o anticlerical, ¡Oh, Dios! se asemeja a las plegarias del Job bíblico ante la venerada deidad. Una candorosa risa infantil brota al final del texto, como nacimiento de una nueva eternidad más esperanzadora.