Hace seis años comentábamos aquí la obra Patas Parriba, del escritor Lorenzo Gómez Marín, que aunque en su autobiografía se presenta como “un optimista sin fanatismos”, revela en su obra una expresión renovada del pesimismo dominicano, descrito con criterio sociológico por intelectuales de indiscutible formación, hace aproximadamente un siglo.
Patas Pa’Arriba: este país es una M. Así titula su libro Gómez Marín, nacido en Navas, Puerto Plata, en 1948, comunidad que pudimos conocer la semana pasada en viaje de trabajo. Con estudios de sociología iniciados, aunque no terminados. La “M” es de mentira, según puede enterarse el lector tan pronto se introduce en los escritos. Clásicos del pesimismo como Francisco Moscoso Puello y José Ramón López se habrían reconocido en Patas’Parriba, ya que refiere esa acendrada dificultad de la sociedad dominicana para la institucionalidad como mecanismo de regulación de la convivencia social, recurriendo siempre al “enllavismo” medalaganario, con un Mundito que siempre saca a relucir su verdadero ser cuando logra alcanzar un “carguito”.
Lorenzo adopta en su estilo el género epistolar, el mismo que utilizara Moscoso Puello en Cartas a Evelina, con misivas igualmente críticas dirigidas al personaje Julián, “amigo que emigró a Suiza y a quien describe en una serie de cartas, esas cosas que todos sabemos ciertas ya que muchas de ellas no han sido experiencias exclusivas del autor”, según dice en el prólogo el conocido publicista Freddy Ortiz.
En lo que define como ausencia de institucionalidad y presencia de una autoridad personalista basada en el temperamento de cada funcionario se concibe en Patas Pa’Arriba el origen de todos los acontecimientos negativos vividos por el país en los últimos tiempos. Al aporte sociológico del libro se suma el llamado a un esfuerzo conjunto de ética social, a fin de que la institucionalidad, las leyes y las normas consensuadas prevalezcan por encima de los caprichos de quienes ocupen puestos públicos de manera coyuntural. El llamamiento apuesta al optimismo, como el que vimos en los habitantes del hoy distrito municipal de Puerto Plata.