El desencanto que abate a importantes figuras del arte y la literatura en República Dominicana puede contrarrestarse al encontrarnos con auténticos talentos de la narrativa como la escritora Minelys Sánchez, autora del libro No pronunciaré su nombre, en el que un lector exigente podrá disfrutar de sus cuentos cargados de una inventiva que nos recuerda a maestros como Juan Bosch, José Rijo, Néstor Caro y Ramón Marrero Aristy.
En el contexto latinoamericano, podrían establecerse en los relatos de Sánchez, las huellas dejadas en el continente por el uruguayo Horacio Quiroga. El prologuista Alejandro Santana sostiene, sin embargo, que en los textos se observa “el aliento inspirador de los grandes maestros de la narrativa universal sin que se pueda identificar uno en particular”, lo que considera “muy bueno, pues nos dice que la autora ha sabido abrevar en las mejores fuentes literarias”.
Aunque todos los cuentos tienen el sello de la autora, nacida en la paradisíaca zona de Jamao al Norte, el que más nos conmovió por la descripción casi fotográfica de sus personajes, del ambiente barrial con la psicología gregaria de sus gentes, es el titulado Cuando duerme la noche, que narra el discreto romance del enigmático Domingo, exponente de la vagancia pueblerina, con la pastora evangélica Dinorah, quien le abre sus puertas cuando duerme la barriada y “se apagaban las luces de todas las viviendas”.
El barrio descubrió que el descuidado Domingo, que jamás se preocupó de su apariencia, comenzó con la presencia de la pastora a mejorar su indumentaria, acicalándose el pelo, que muchos creyeron refugio de los piojos. El silencioso enamorado seguía permanentemente a la pastora, hasta el punto de que los morbosos vecinos le endilgaron el mote de “Guachimán”.
Siempre hemos lamentado en esta columna el hecho de que, en medio de las fanfarrias de las capillas literarias, donde se imponen los cabildeos e intercambios de premios y concursos, pasen inadvertidos talentos como Minelys Sánchez, merecedores de verdaderos reconocimientos. El prologuista no miente cuando destaca sus cualidades poco comunes en la actualidad.