Un artículo publicado esta semana por el poeta dominicano José Mármol da la voz de alarma sobre el predominio de lo grotesco y estrafalario en la sociedad actual, mientras lo estético se desploma como algo anticuado que “pasó de moda”. Teóricos occidentales han hablado del postmodernismo, el postindustrialismo y hasta del postcristianismo. Por lo que escribe el columnista, caemos en la cuenta de que hemos entrado también en una edad post estética.
Argumenta Mármol que “cuando una sociedad exhibe como trofeos expresiones deleznables, promovidas como arte por la industria adiafórica y viciosamente mercurial; cuando exalta, disfrazados de provocación o rebeldía, sus miserias pornográficas, sus más bajos y bestiales instintos, entonces es muy probable que esa sociedad esté encaminándose a un grado cero de civilización, a un brote anárquico de incultura, tribalismo y aberración”.
Tras externar su temor a que el mundo haya tomado el camino de la barbarie, aclara que no le interesa presumir de moralista ni puritano. No obstante, muestra su preocupación por alertar “sobre lo execrable, por indignante y perverso, por simplemente rastrero, más que obsceno, es una responsabilidad ética de cualquier ciudadano partidario del buen juicio y de la decencia”.
Hace tiempo que hemos venido denunciando por aquí el desprecio al arte verdadero y a los estilos de vida que contribuían hasta hace poco con la sana convivencia. Pero es como si la sal que preservaba al mundo de la podredumbre se hubiera desvanecido, en el criterio de Jesús.
Mármol conserva aún algo de optimismo cuando convoca a las élites bien pensantes y a las conciencias críticas para que pongan diques de contención a esos “desafueros facturados como arte”, en lo que otorga a los medios de comunicación una responsabilidad deontológica.
Lo verdaderamente lamentable es que los medios de comunicación referidos por el autor de Lenguaje del Mar, muy particularmente las redes sociales, están al servicio del dembow, el reguetón y todo lo que promueve la sociedad post estética. Ojalá que la preocupación planteada se convierta en debate nacional.