Un mundo que aboga por la simplificación de las actividades humanas, elimina las barreras que tradicionalmente dividieron a la gente en lo laboral. Las ferias Nacional Agropecuaria e Internacional del Libro, este 2022, tienen en común que su planificación y realización vienen después de dos años de cierre, motivado por la pandemia del coronavirus. La primera representa el pan, sin el cual no es posible vivir, y la segunda la palabra, esencia espiritual que le da sentido a la existencia.
La Feria Agropecuaria fue inaugurada por el presidente Abinader el viernes 18 de marzo, en la Ciudad Ganadera. Hasta ahora ha sido un gran éxito de público, exhibición y ventas. El Ministerio de Agricultura, dirigido por Limber Cruz; el Instituto Agrario Dominicano, por Francisco Guillermo García; Inespre, por Iván Hernández; el FEDA, por Hecmilio Galván y el Bagrícola, por Fernando Durán, unidos a otras instituciones afines junto a todo el empresariado agropecuario y agroindustrial, han logrado que parte importante de la población se sacuda del malestar anímico creado por los dos años de encierro.
De darse la Feria del Libro (la palabra), a celebrarse en la Ciudad Colonial entre el 22 de abril y el 2 de mayo, como la Agropecuaria (el pan), el país podrá proclamar a los cuatro vientos que no se ha dejado derrotar de la pandemia, provocadora de dos suspensiones consecutivas de esas actividades anuales que tanto entusiasmo han cosechado en el pueblo dominicano.
Como reseñáramos en un medio digital, el ambiente festivo, amistoso y familiar que se vive en la Ciudad Ganadera, con personas de diversos sexos y edades, junto a la animación propagandística de organismos y empresas, hace recordar a ese dominicano optimista que conocimos años atrás, puesto en peligro de extinción por la pandemia.
Las ferias Agropecuaria, y del Libro, deben servir en este año como termómetro para medir que tan bien vamos en la labor de sembrar esperanzas en un mejor país, porque como dijo el Maestro, no solo de pan vive el hombre (San Mateo 4: 3-4).