Al entrar agosto, la Unión de Escritores Dominicanos (UED), que preside la reconocida periodista y escritora Emilia Pereyra, rindió tributo al laureado novelista Manuel Salvador Gautier, fallecido en febrero del 2021, con motivo del 92 aniversario de su natalicio.
Doce años atrás, tuvimos el honor de pertenecer junto a Pereyra, Isael Pérez y otros valiosos escritores, al equipo que organizó las celebraciones de los 80 años de Gautier, conocido entre sus amigos, familiares y discípulos universitarios en la carrera de arquitectura con el sobrenombre de “Doy”.
Gautier, quien fuera tío de la periodista Virginia Álvarez, nuestra ex compañera de redacción, es un modelo poco frecuente en la historia de la literatura dominicana, y tal vez universal, pues publicó su primera obra, la novela Tiempos para héroes, en 1993, a la edad de 63 años, tras su retiro de las aulas universitarias.
Hemos referido aquí la tarde en que el novel narrador y veterano arquitecto llegó a la redacción del entonces vibrante vespertino Última Hora, hoy desaparecido, y le obsequiara a un servidor y a otros colegas reporteros, los primeros ejemplares de su tetralogía, con lo que daba inicio a la promoción del trabajo literario que terminó convirtiéndolo en Premio Nacional de Literatura, el lauro más importante de las letras nacionales.
El propio escritor pudo percibir el asombro y hasta la incredulidad en los rostros de quienes veían su irrupción en la literatura como una hazaña irrepetible.
Lo cierto es que el novelista, con toda una vida entre la arquitectura y la cátedra, llegó a “ser el que era”, frase que repite su homólogo Federico Henríquez Gratereaux, reconocido con el mismo galardón.
La Editorial Santuario, responsable de sus publicaciones, resalta entre sus títulos unas quince novelas, un libro de cuentos y cuatro de ensayos. El Pacto de los generales y Gregorio en su mundo perfecto, que figuran entre sus últimas producciones, son para nosotros sus novelas mejores logradas.
Gautier murió convencido de que nunca es tarde para luchar por un sueño. Y yo lo creo.