Durante años, esta columna censuró el derrotero tomado por la Feria Internacional del Libro Santo Domingo, en la etapa que más que un evento cultural destinado a la promoción de la lectura, se convirtió en una competencia arquitectónica de casetas faraónicas en la que instituciones estatales gastaban cientos de millones de pesos que se volvían desechables tan pronto se clausuraban las exhibiciones.
Los efectos devastadores de la pandemia de Covid-19, a partir del 2020, no permitieron que se hiciera una evaluación equilibrada para establecer las novedades a incluir en la Feria del Libro para adaptarla a las nuevas realidades económicas, sanitarias y tecnológicas. Una consulta aleatoria entre escritores, editores, lectores y visitantes en los diferentes pabellones habilitados revela que lo que más valoran es la calidad de las actividades, la seguridad y el rescate de la figura del libro como protagonista principal.
Los consultados coincidieron con lo que destacaban medios convencionales, digitales y redes sociales: que la Feria del Libro 2023 fue todo un éxito, mientras ponían como ejemplo la satisfacción expresada por los libreros, cuyas ventas superaron los cincuenta millones de pesos. Fue evidente que devolver la actividad a la Plaza de la Cultura, con facilidades de parqueo para los parroquianos, fue un acierto innegable.
Las críticas a las dos últimas ferias, celebradas en la Zona Colonial, fueron esta vez justificadas, por el ambiente que se respiró en el recinto preferido de los lectores, cercano a la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. Quien esto escribe figuró entre los conferencistas que expusieron sobre la novelística dominicana en la versión del pasado 2022, lo que nos permite recrear las dificultades que confrontó la ciudadanía para acceder a los diferentes espacios.
Dedicada a la exquisita escritora dominicana Jeannette Miller, con Israel como país invitado, la feria registró visitas diarias entre 20 mil y 40 mil personas, que disfrutaron el nuevo modelo de organización y distribución de los ambientes, acorde con el clima y la temporada. El lema “para todo hay un libro”, debería ser siempre recordado.